El Madrid más goleador de la historia
Esta temporada, las crónicas de los partidos del Real Madrid en el estadio Bernabéu podrían basarse en un guión-tipo: gol madrugador; dominio absoluto del líder en el juego; cómoda ventaja en el descanso; confirmación de la goleada al principio del segundo tiempo, y metedura de pata del entrenador John Toshack para animar el ambiente en la última media hora. El único dato nuevo introducido en el guión de ayer estuvo en la consecución de un récord histórico: en nueve partidos jugados esta temporada en su estadio, el Madrid ha marcado 40 goles. Hasta ahora, el récord del Madrid era de 39 goles, en igual número de partidos, en la temporada 1958-59.Los partidos del Madrid en el Bernabéu carecen de emoción. Parecen como esas series americanas de televisión en la que el protagonista nuca es herido por los malos y acaba siempre con la chica más guapa. Son ideales para los enfermos cardiacos que no quieran asumir riesgos. Los rivales salen derrotados psicológicamente, sin ambición en sus cerebros.
El Madrid cumplió su jornada laboral con eficacia profesional. Olvidados los experimentos de Toshack, el equipo ha recuperado su juego natural: mareo del rival en el centro del campo, con continuos pases en corto, y acelerones imprevistos en la zona de definición. Cuando el Madrid funciona como ayer, a 33 revoluciones por minuto en el centro, y a 45 rpm cuando entra en el área contraria, la única obsesión que puede tener el equipo contrario es evitar la goleada. La resistencia psicológica suele durar poco. Ayer sólo se necesitaron tres minutos para que el balón llega se al fondo de la red osasunista.
Una de las razones básicas del buen funcionamiento del Real Madrid está en el regreso de Michel a su banda derecha Michel participó en los cuatro goles de su equipo, y parece demostrar que, poco a poco, está saliendo del largo túnel negro en el que él mismo se metió al final de la pasada te,porada Michel, Martín Vázquez y Butragueño se divirtieron como locos en la primera parte; se conocen tanto que son capaces de enviarse el balón con los ojo vendados.
Osasuna trataba de cerrar huecos, empujado por las tremendas broncas que lanzaba a sus compañeros Roberto desde la portería. Pero los, buenos movimientos de Ciganda o el afán de lucha de Sola. no eran suficientes para desequilibrar a un Madrid perfectamente aposentado en el terreno de juego. Sólo tuvo una oportunidad en todo el encuentro, cuando Urban -un polaco poco peleón- remató flojo y desviado en buena posición (m. 19).
Los espectadores del Bernabéu saben que se desplazan al estadio para ver ganar a su equipo. Por eso, su única ilusión es ver goles preciosos -como el logrado ayer por Michel a pase de Butragueño- o jugadas espectaculares. Hasta el minuto 59, no tenían queja. Schuster tocaba el balón en el aire tres o cuatro veces; Fernando Hierro se entretenía enviando balones largos; Hugo buscaba desesperadamente más volteretas que celebrar, y Butragueño acertaba más que otras veces en su función de pivote en el ataque.
Todo se fue al traste con otra tozudez de Toshack, un galés poco dotado para la diplomacia. En una tarde tranquila en la que podía haber pasado desapercibido, le robó al público a los dos hombres más espectaculares: primero a Butragueño (para dar entrada al defensa Solana) y después a Hugo Sánchez. El público, claro, no se lo perdonó. Ni siquiera tuvo en cuenta las fechas en las que nos encontramos.
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