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Entrevista:

Di Stéfano: "Nunca me consideré el mejor del mundo"

El fútbol tiene un solo idioma, dice tras su premio de máxima figura europea de los últimos 33 años

Un galardón más como el que acaba de concederle la prestigiosa revista francesa France Football no ha hecho más que recordar lo que todo el mundo del fútbol y del deporte universal ya conoce: que Alfredo di Stéfano estará para siempre entre las grandes figuras de la historia. Él, con su particular modestia, no lo quiere valorar, escudándose en que el fútbol es un deporte de equipo, pero su nombre se puede encaramar no sólo al mejor futbolista europeo de los últimos 33 años, sino en lo alto de un imaginario podio mundial de todos los tiempos. Di Stéfano, a sus 63 años, es ya una estrella eterna. Ayer, el Madrid le concedió la laureada de oro y brillantes, su máxima distinción.

Pregunta. ¿Qué le ha supuesto este reconocimiento?

Respuesta. Es una satisfacción más en la carrera deportiva, una alegría para los amigos y para la familia de uno. [Di Stéfano, recién llegado de París, confiesa que no sabía nada cuando le invitaron para el acto de entrega de los balones de oro. Él creía que se trataba únicamente de la edición de este año]. Me encontré con todo eso allí. Cuando me enteré estábamos metidos cinco y yo, los que hemos ganado dos veces o más el trofeo: Cruyff, Rummenigge, Keegan, Beekenbauer y Platini. Hubo unas votaciones y salí yo.

P. ¿Votó usted?

R. No, no. Sólo hubiera faltado eso. Mejor que no. No me preguntaron nada y me escapé.

P. ¿A qué cree que se ha debido el galardón?

R. Bueno, quizá sea debido a los años seguidos del Madrid campeón de Europa.

P. ¿No cree que se le ha valorado como el jugador más completo incluso del mundo?

R. Hombre, yo jugué 10 años seguidos la Copa de Europa y el Madrid ganó cinco. Siempre estuvimos ahí. Pero nunca me he considerado el mejor jugador del mundo. Es algo que no me va y que no concuerda con un equipo de fútbol. Los jugadores se ponen al servicio del equipo, y simplemente ésas eran mis cualidades.

Individualidados

P. Pero las individualidades siempre marcan a los equipos, ¿no?

R. Algunos se lucen más gracias a que están en equipos buenos y tienen posibilidades de hacerlo.

P. A usted se le ha colocado a veces incluso por encima de Pelé. ¿Puede clasificar a los mejores jugadores del mundo en su opinión?

R. No, no, yo no puedo calcular eso, no hago clasificaciones. Sobre Pelé sí puedo decir que vino a Madrid a jugar con el Santos y le ganamos por 5-3.

P. ¿Tampoco puede valorar a los cinco que entraron en liza con usted por el superbalón?

R. Tampoco. Han sido todos grandes jugadores en su momento y cada uno ha tenido unas enormes virtudes.

P. A usted le concedieron dos balones de oro en 1957 y 1959, casi al principio, en las ediciones segunda y cuarta. ¿Cree que ahora, con el fútbol actual, los hubiera conseguido igual?

R. Bueno, ojalá tuviera menos años para poder optar a ello, pero yo tengo la opinión de que los que jugaban antes bien lo harían también ahora. El fútbol sólo tiene un idioma.

P. ¿Pese a las tácticas distintas y a los mayores marcajes actuales?

R. Yo siempre digo que cuando jugaba me venían en seguida encima el 11 y el 7. Tenía en cada partido un doble marcaje. Y no sólo a mí, sino a Gento otros dos, como a Kopa o a Puskas. Y eso era lo bueno, porque, como no podían jugar 17 contra nosotros, siempre había alguno que se podía desmarcar. Cuando un equipo es bueno, no hay vuelta de hoja. Pero es el equipo, porque el fútbol no es el boxeo; es un deporte colectivo, no individual.

P. ¿En qué cree que ha cambiado más?

R. Ha cambiado sobre todo en que ahora se defiende sin atacar. Antes se defendía atacando. Ahora, lo que se hace es amontonar hombres atrás.

P. Pero hay más preparación física que antes...

R. Sí, eso sí; en eso se ha mejorado y hay mayor profesionalidad. Se ha cambiado a mejor -y Di Stéfano, de repente, como si le saliera el orgullo de dentro, continúa-: Yo toda la vida he sido jugador y he pensado como tal.

P. ¿Y eso no le ha perjudicado como entrenador?

R. A veces, sí. La confianza mata al hombre, y yo les daba consejos a los jugadores que no los entendían o no hacían caso.

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