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Los patrulleros de la noche

Juan Antonio Carbajo

A las cuatro de la madrugada se puede hacer tertulia en la M-30. Especialmente si llueve. Un pequeño derrape en cualquiera de las cerradas rampas de acceso, el impacto consiguiente con la valla protectora -cuando la hay- y, de rebote, el choque contra otro vehículo que hace escasamente un minuto había perdido el control en el mismo punto."Quítalo de ahí, porque esta curva es muy rnala". El propietario de una grúa que estaba intentando enganchar el otro automóvil siniestrado conoce a la perfección el punto negro. Gracias a la M-30 y sus accidentes ha conseguido independizarse y trabajar como autónomo. "No se preocupe, que rápidamente viene un compañero. Es que hoy hay mucho trabajo", alega.

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El año más sangriento de la M-30

Media docena de grúas privadas patrullan cada noche Mr la carretera de circunvalacion madrileña. Hay trabajo para todos, aunque hay que estar siempre al loro (atentos). "Algunos estamos comunicados por radio y nos avisamos cuando hay algún golpe".

Muchas veces no hace falta ni patrullar. Se conocen a la perfección los puntos donde tarde o temprano tendrán trabajo. La Policía Municipal sabe que, además, piratean su frecuencia de radio para ser los primeros en llegar al lugar del accidente.

Mientras el operario engancha el vehículo siniestrado, es fácil que se sume a la tertulia el encargado de mantenimiento de la autovía tras dejar en el arcén su furgoneta con lanzadestellos naranja. Observa el lugar del accidente y anota los destrozos causados en las vallas, señales o farolas.

"Este pavimento está muy rnal", dice el encargado de mantenimiento, intentado disculpar al conductor. "Está muy viejo y encima hay muchas manchas de aceite, que cuando llueve convierten la calzada en una pista de patinaje". De la parte trasera del camión saca un poco de sepiolita para cubrir los charcos de aceite mientras mira de reojo a la curva. Es muy probable que a los pocos minutos vuelva a derrapar otro coche en el mismo punto.

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