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El Athlétic de Bilbao venció a un Real Madrid de arte y ensayo

El fútbol de salón tiene sus virtudes escénicas. El relajarniento en la disputa y la falta de agresividad en los lances, permíte a los jugadores el deleite del balón, los entrenadores disponen de una clase práctica de pizarra y el público puede atesorar en la memoria una colección dejugadas maestras. En el homenaje emotivo a De Andrés, se dieron estas cir,curistancias y algunas más aportadas por el pundonor de los jóvenes que Rojo alineó en la segunda mitad y de los suplentes habituales de Toshack.El Madrid ofreció en la primera parte una lección de arte y ensayo en la que abrió de par en par la enciclopedia de los detalles técnicos. El fútbol dulce permitía estos y otros goces. La falta de tensión le impidió sin embargo marcar en no menos de seis ocasiones, algunas tan clamorosas que movían a la suspicacia en la grada. Gallego tomó la batuta en 20 minutos primorosos en los que se permitió incluso la confianza de recriminar a algunos de sus compañeros. Toshack se había comprometido al espectáculo y cumplió su palabra.

En la segunda mitad, el partido se convirtió en una feria de oportunidades, de la que salió mejor librado el Athlétic, al ampwo de los jóvenes que querían deslumbrar a Rojo. El Madrid, ya sin sus puntales (Sanchís, Butragueño, Michel y Martín Vázquez), oscureció sus destellos y dejó jugar a los hombres del Athlétic. El gol hizo justicia, a la emotividad del acto y fue casi un gesto de diplomacia. Sin embargo, para que no quedaran dudas sobre la honorabilidad del Madrid, Lopetegui (que había sustituido a Buyo) subió a rematar una falta peligrosa. contra el Athlétie en el último minuto. Aquello dejó el partido en un acto de caballerosidad bien entendida para todos, salvo para los irreductibles de siempre, que no reprimieron sus insultos a Buyo.

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