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La derecha chilena pierde las esperanzas de que uno de sus candidatos suceda a Pinochet

La campaña para la elección presidencial chilena del 14 de diciembre tiene un tono dramático para la derecha, que ya no aspira al triunfo de uno de sus dos representantes, sino sólo a impedir que el candidato opositor, Patricio Aylwin, salga elegido en la primera vuelta. Para ganar votos de los opositores y separar aguas; con el régimen militar, los mensajes publicitarios por televisión del ex ministro de Hacienda Hernán Büchi piden: "No más violencia, no más tortura, no más detenidos desaparecidos, no más exiliados, no más, nunca más".

El vídeo, uno de los más duros de cuantos se han exhibido contra el régimen, provocó malestar en el Gobierno. Como el marketing de Büchi fue demasiado lejos, dentro de la derecha hay quienes miran ahora con más simpatía la campaña del acaudalado empresario Francisco Javier Errazuriz, un hombre de una familia de la oligarquía chilena, y no un técnico que proviene de la izquierda, como Büchi.Fra Fra, como es conocido Errazuriz, sostiene que sólo él podría derrotar a Aylwin en una eventual segunda vuelta, porque su apoyo proviene de los descontentos con la política económica. Si Büchi llegara a la segunda ronda, repitiendo el esquema del "sí" y "no" en el referéndum de 1988, obtendría menos votos que Pinochet: "El subalterno saca menos votos que el general", dice la propaganda del empresario.

Errazurizusa a fondo sus dotes persuasivas ante las cámaras. Acusa a Büchi de "continuista" y a Aylwin de "extremista", por su unidad con la izquierda. A su vez, la publicidad de Büchi presenta al candidato opositor como representante de una coalición en la que predominan los partidos de la izquierda.

La convicción del triunfo opositor llegó hasta la campaña al Parlamento. Algunos candidatos de la derecha sostienen, abiertamente, que es necesario votar por ellos, para que haya un Parlamento que equilibre el triunfo de Aylwin. Los reproches dentro de la derecha, entre continuistas y fugitivos del régimen, son abundantes.

La derecha, que se presentó dividida en cinco listas al Parlamento, y cuyos principales partidos declaran que seguirán caminos diferentes después de la elección, está pagando el precio por su falta de independencia durante la mayor parte de los 16 años de dictadura de Pinochet.

Un llamamiento de Pinochet para que se retiraran los candidatos de la derecha sin posibilidad de triunfo, y que sólo restan votos a otros, no surtió ningún efecto práctico. Apenas tres acataron la petición. Entre tanto, casi todas las encuestas asignan a Aylwin un 50% de los votos, a Büchi alrededor del 30'1% y a Errazuríz un 10%.Desde la oposición se mira con calma esta guerrilla interna entre los herederos del régimen. En un debate televisado, el candidato a senador izquierdista Ricardo Lagos sostuvo que la votación determinará "quienes en la derecha son Fraga y quienes Blas Piñar".

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