Crisis del producto turístico
Muy difícil resultará encontrar soluciones adecuadas a la crisis que afecta a nuestro sector turístico, si no coincidimos en las causas que han conducido a tal situación. Y lo primero que deberíamos convenir es de qué realidad turística hablamos. La crisis afecta básicamente a lo que se ha convenido en denominar "turismo de masas". A esos millones de visitantes que ocupan nuestras playas y costas durante los meses veraniegos y vacacionales, que se articulan de modo prioritario a través de Tours Operators (mayoristas extranjeros), que proceden mayoritariamente de clases medias europeas que contratan un paquete turístico (transporte charter, alojamiento con o sin pensión alimenticia). Turismo de masas que ha significado en los últimos lustros un auténtico boom; y que ha generado, y genera todavía, pingües beneficios en forma de divisas.En una economía de mercado, la crisis en un determinado sector económico puede producirse por una retracción en la demanda (por disminución, por cambios en sus gustos y preferencias ... ), o por una inadecuada oferta (por exceso, por productos obsoletos o fuera de mercado, por un descontrol de precios ... ). Y, desde esta perspectiva, lo primero que debe afirmarse es que no existe ningún síntoma de retracción en la demanda turística.
En las sociedades desarrolladas y con elevada renta, el hecho de viajar y pasar las vacaciones lejos del lugar habitual de residencia es una conquista social consolidada y a la que no se está dispuesto a renunciar. En épocas de crisis económicas generalizada, el negocio turístico es uno de los que mejor ha resistido los avatares. Incluso en países en los que determinadas medidas (por ejemplo, un aumento en los intereses hipotecarios o un crecimiento en la inflación) reducen la capacidad de consumo de su población, el hecho de viajar lógicamente se resiente pero no en la misma proporción que respecto a otros bienes de consumo. El turismo es una conquista social consolidada.
Desde tal horizonte, no es de prever una crisis generalizada. Aunque su crecimiento numérico no puede seguir aumentando indefinidamente en progresión geométrica, especialmente en los países clásicos emisores de nuestro turismo de masas (básicamente los europeos). Y sin que la salud de la demanda turística tenga que significar un mantenimiento de sus actuales destinos; o que los modos, hábitos, exigencias, y preferencias, no cambien. Volveremos sobre el tema.
La oferta
Nuestra oferta turística ha crecido entre nosotros en progresión geométrica. Me refiero básicamente al número de plazas hoteleras y extrahoteleras. Sin olvidar las múltiples y variopintas ofertas complementarias. Dicho crecimiento -que no desarrollo sólido-, no se ha distinguido por la racionalidad, el respeto con el medio natural, la creación de las imprescindibles infraestructuras y equipamientos. El producto que se ofrecía, y todavía se ofrece, al. mercado -comercializado por los Tours Operators- era "Playa y Sol a precios baratos". Incluyendo las correspondientes dosis de sexo y alcohol. La política turística, si así podía llamársela, se basaba en el triunfalismo de millones de turistas in crescendo. Aunque esto pudiera significar, como ya se pone de manifiesto, pan para hoy y hambre para mañana. En definitiva, construir un gigante con pies de barro que puede matar la gallina de los huevos de oro.Hoy las cosas han cambiado. España ya no es un país tercermundista. Y ello significa, entre otras cosas, que nuestros precios se están poniendo a la altura europea. Al mismo tiempo que surgen otros destinos turísticos quizás más económicos, aunque hoy por hoy no signifiquen una competencia por falta de infraestructuras hoteleras suficientes, equipamientos complementarios, etcétera. Léase, Norte de Africa, Turquía, El Caribe. Pero, atención al tema, el mañana para tales destinos alternativos puede estar cada día más cercano.
Pero hay más, la situación de nuestros precios "turísticos" es contradictoria. El paquete turístico clásico -transporte y alojamiento- ha aumentado su precio, pero sigue manteniéndose competitivo en el mercado. El exceso de oferta y el hecho de que el mercado esté en manos de los Tours Operators, ha permitido una presión de estos últimos en los precios del paquete. Pero, hay otra realidad. Todo lo que no es transporte y alojamiento ha experimentado unos aumentos geométricos. Excursiones, transportes interiores, restaurantes, consumiciones, discotecas... Llegando, en determinadas zonas turísticas, a que los precios de determinados productos y servicios resultan para nuestros visitantes más caros que en su país de origen. Añadiendo a esta realidad objetiva, la sensación subjetiva de estafa permanente al considerar los turistas que todos los precios serían equivalentes a lo abonado por el paquete turístico que, no lo olvidemos, sigue siendo económico.
Y, a este aumento en los precios hay que sumar una relativa degradación en la calidad de nuestro producto turístico. Progresivo deterioro del medio ambiente, infraestructuras (desde el agua potable a la depuración de aguas sucias y residuos sólidos), equipamientos y servicios (zonas verdes, vigilancia), a la calidad de las excursiones organizadas o diversiones nocturnas. Sin olvidar que la contención de precios en los establecimientos hoteleros puede significar, en algunos casos, disminución en la calidad de sus propios servicios.
El producto
En definitiva, se trata de redefinir nuestro producto turístico en función de las nuevas demandas y de preservar la cantidad y calidad de vida de los españolitos. Y quizás, por primera vez, ambos objetivos son coincidentes.Refiriéndonos a la demanda. En primer lugar, no podemos olvidar que muchos de nuestros visitantes son asiduos. Dicho en otras palabras, son personas y familias que, un año sí y otro también, pasan sus vacaciones entre nosotros. Por ello tiende a plantearse modos alternativos de alojamiento al clásico hotel. Léase apartamento, segunda residencia, multipropiedad. En segundo lugar, la progresiva liberalización del transporte aéreo hace prever, y hay síntomas, una mayor facilidad en los traslados y a precios más asequibles.
Con ello debe preverse un aumento de la compra de "sólo silla" en el avión, y el resto del paquete contratarlo directamente, Sin olvidar los progresos informáticos que en un futuro muy próximo nos va a permitir la contratación de casi todos los servicios turísticos y vacacionales desde el sillón de casa. Y, en tercer lugar, la progresiva sensibilización por todos los temas relativos a la defensa y protección del medio ambiente y naturaleza.
Los retos son claros. Para que los síntomas de crisis no concluyan en fiasco, es imprescindible una actuación conjunta y coordinada de la iniciativa pública y privada. La primera, la pública, desde la administración central a la autonómica, pasando por la municipal, legislando medidas reales de protección de los espacios naturales, ordenando y gestionando de un modo racional su territorio (Planes Generales de Ordenación), invirtiendo en la creación de infraestructuras y equipamientos dando posibilidades reales de financiación a los Ayuntamientos Turísticos dejando de ser éstos los chivos expiatorios.
Y la iniciativa privada cogiendo sus propias responsabilidades y riesgos en la reconversión del sector, invirtiendo en la mejora de su producto, diseñando una adecuada política de comercialización, manteniendo la unidad empresarial del sector. Y superando simples actitudes de lloriqueo frente a la administración, en demanda de medidas proteccionistas.
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