Un detective anticuado

Agatha Christie creó en 1933 a miss Marple, personaje central de la famosa novela y película Asesinato a bordo. La escritora llegó a confesar tener más predilección por esta viejecita que por Hercules Poirot. A punto estuvo de cancelar las aventuras de su famoso detective y continuar las de esta intuitiva abuelita. Sólo criterios comerciales y el éxito que ya se había ganado Poirot entre los lectores la hicieron continuar la saga de este invertigador.El cine ha recurrido en múltiples ocasiones a los argumentos de lás novelas de Agatha Christie, pero al margen de las más famosas, algunas llevadas varias veces a la pantalla como es el caso de Diez negritos, lo cierto es que su más genuino personaje nunca alcanzó en el cine policiaco la fama que tenía entre sus fans lectores.

Hercules Poirot no es comparable en el panorama filmico con la talla de Sherlock Holmes, Sam Spade, comisario Maigret o Philip Marlowe. Posiblemente, por sus rasgos córrúcos y también porque la autora caracterizó a su héroe acorde con los gustos de los años treinta. Poirot no es un detective de los grandes. Su impecable peinado a raya y pelo aplastado, sus gafas redondas de científico enclaustrado, su bigote amplio, su pajarita y su porte le acercan más a un juez en su poltrona que a un detective moderno. La habilidad de Agatha Christie para mantener la intriga con sencillez, desenvoltura y ritmo es un valor innegable pero no es suficiente para el dinamismo y la agresividad que hoy exige el público de una aventura policiaca.

Sacar a Poirot del ambiente de los años treinta y situar la acción, como sucede en Trece a la mesa, en el Londres de 1985, es cuando menos un riesgo y una pérdida para el marco de las actividades del personaje. Sin duda es una solución más barata que reconstruir los escenarios y atrezzos adecuados a la imagen del detective. También es una muestra de que la realización de productos en vídeo con la intención de venderlos exclusivamente a televisiones busca más el irnpacto que el respeto al original.

Es difícil encajar la personalidad de Peter Ustinov, magistral intérprete de Poírot, fuera del marco de los años 30; más difícil es imaginar su antiguo porte por las calles de un Londres moderno -tan cuestionado arquitectónicarriente en la actualidad- para descubrir al asesino del esposo de una Faye Dunaway esplénidida. En estas circunstancias, Poirot puede parecer un detective perdido.