_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Doble atropello

EN LA milí de hace un par de décadas se utilizaba un manoseado chascarrillo para caricaturizar la tosquedad intelectual de ciertos oficiales o suboficiales. Situado en el trance deexplicar la trayectoria de un proyectil, se ponía en boca del personaje en cuestión la siguiente rotunda conclusión: "[ ... ] y en determinado momento, la bala comienza a caer, ya sea por la ley de la gravedad o... por su propio peso". Es seguro que el estereotipo no hacía justicia a una inmensa mayoría de los militares profesionales, peroun suceso reciente da pie para pensar que, por desgracia, existen todavía en nuestras Fuerzas Armadas oficiales con un grado de finura intelectual semejante, o por debajo, al del protagonista del chiste.Es el caso del teniente coronel que espera de sus soldados no ya la reciedumbre y hombría tan propias de la aburrida retórica militar (desafortunadamente, aún en plena vigencia), sino que desafien por añadidura las más elementales leyes de la fisica. ¿Cómo pedir si no a un subordinado que mantenga una posición erecta mientras es golpeado "varias veces con lamano abierta"? ¿Cómo exigir en semejante situación el control de las reacciones o de las simples inercias corporales? Sólo un ejército de tentetiesos o de punching-balls sería capaz de cumplir los requerimientos disciplinarios de tan sorprendente oficial.

Es muy probable que tan atrabíliaria descripción obedezca no a los legos conocimientos de la fisica del jefe en cuestión, sino simplemente a la intención de justificar una conducta -la del oficial- que fue posteriormente objeto de una merecida sanción. Se trataría, en este caso, de un mecanismo compensatorio destinado a explicar los excesos del jefe: es posible que el teniente coronel actuase mal, pero sólo como consecuencia de la "postura poco correcta" del subordinado. Y para que ello quede bien claro, el soldado es sancionado con 14 días de calabozo, el doble del arresto impuesto al oficial. Y así, al atropello inicial a las leyes de la naturaleza se añade después -siempre por no confesar que un oficial ha metido simplemente la pata- una nueva transgresión, esta vez contra las leyes de los hombres. Definitivamente, determinadas lógicas militares siguen estando reñidas con las pautas que rigen para la sociedad en su conjunto. Sólo que ahora, afortunadamente, los tribunales civiles dirán la última palabra.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_