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LA ANTICIPACIÓN DE LAS LEGISLATIVAS

Un muro de silencio

Ricardo García Damborenea fue el líder indiscutido de los socialistas de Vizcaya hasta el pasado 13 de mayo, cuando sus propios colaboradores le relevaron de la secretaría general de la organización provincial del Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) en esa provincia. Nicolás Redondo Terreros, hijo del líder de la UGT, se hizo con el 88% de los votos en el congreso extraordinario celebrado en Bilbao, tras la convergencia entre oficialistas y críticos a la gestión de García Damborenea. El líder socialista quedó entonces aislado, sin que pudiera conseguir que se abriera un debate sobre las razones de la crisis del PSOE en Vizcaya.La designación de Redondo Terreros como candidato a la secretaría general del PSEPSOE en Vizcay fue decidida a última hora en circunstanciasrocambolescas, al negarse otros destacados dirigentes vizcaínos a asumir el puesto. Andrés Paul, mano derecha de García Damborenea en el control del aparato de la organización, dio un sorprendente vuelco a su postura inicial. Las peticiones de algunos delegados en el congreso extraordinario, que exigían una explicación a lo sucedido, chocaron con un muro de silencio. La nueva mayoría eludió cualquier aclaración aludiendo "a aspectos delicados del asunto."

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Nacido en Madrid en 1940, García Damborenea abandonó en 1978 su carrera profesional corno médico nefrólogo para dedicarse por entero a la política. El dirigente socialista vasco se ha caracterizado por sus duras críticas a la política del Gobierno de Felipe González.

Semanas antes de su destitucíón, García Damborenea presentó, junto con otros 15 destacados militantes socialistas, un documento dirigido a la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE en el que se reivindicaba la pervivencia del proyecto socialdemócrata frente a las tesis de la dirección del partido. En el texto, entregado a la dirección socialista el 27 de febrero, los firmantes manifiestaban que, tras "asistir al deterior que experimenta el proyecto socialista", agravado a raíz de la huelga general del 14 de diciembre, deseaban "contribuir positivamente a la solución de un conflicto que amenaza seriamente al futuro de nuestra organización, de sus ideas y su credibilidad".

Estos militantes socialistas criticaban "la persistencia de las desigualdades de riqueza y renta, el auge de la especulación, la generalización de actitudes y mentalidades insolidarias, así como crecientes deficiencias en la articulación de la sociedad".El divorcio entre el PSOE y el bloque social que le prestó su apoyo en las elecciones generales de 1982 se ha agudizado, a juicio de los firmantes, con la "quiebra" de valores como la honestidad, la eficacia y el diálogo, "puestos en entredicho por las actuaciones de unos y la pasividad de otros".

El documento fue respaldado por militantes que, en la mayoría de los casos, se encuentran fuera de los órganos de dirección del PSOE. Entre otros, el ex ministro de Obras Públicas Jualián Campo, y los parlamentarios Luis de Velasco, Fermín Carnero, Francisco Arias y Alfonso Maroto, apoyaron el documento. Así como el ex presidente de La Rioja, José María de Miguel, la profesora de universidad María Gómez de Mendoza, y el consejero de Salud de la Comunidad de Madrid, Pedro Sabando.

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