Pablito Calvo
La nostalgia de 'Marcelino, pan y vino'
Hoy tiene 41 años, posee una empresa inmobiliaria en Alicante, está casado y vive completamente apartado del cine. Pero, hace 34 años, Pablo Calvo -Pablito- fue Marcelino, pan y vino, la película que, dirigida por Ladislao Wajda, inundó de lágrimas este país y que recíentemente ha vuelto a las pantallas españolas. Su éxito corno actor fue efimero; se retiró a los 13 años. El adolescente ya no infundía en el público la ternura del niño. Sin embargo, tras él llegarían otros ángeles: Joselito -El pequeño ruiseñor-, Marisol...De aquellos años, Pablo Calvo recuerda que no le "dejaban jugar", y echa de menos los viajes, pero sobre todo recuerda a Ladislao Wajda, "un maestro con el que hice también Mi tío Jacinto y Un ángel pasó por Brooklyn, un hombre encantador al que se le tenía un enorme respeto y por quien todo el equipo de rodaje hubiera dado la vida", y a Antonio Vico, "uno de los más grandes actores españoles, con el que me gustaba estar a su lado y que me trataba como a un hijo".
Pablo Calvo llevará, una tarde de éstas a su hijo de 10 años a ver Marcelino, pan y vino, porque, pese a prodigios técnicos como Batman o la última entrega de Indiana Jones, cree que "el cine protagonizado por niños siempre gustará y tendrá éxito". Sobre el cine español actual opina que "sigue igual, con los mismos problemas económicos," sí bien "últimamente se han hecho cosas buenas", y cita Los santos inocentes y la serie de televisión Juncal.
Durante estos años, Pablo Calvo estudió, montó una tienda de ropa en Madrid, "que fracasó", y pasó por distintas empresas, hasta que recaló en Alicante. Asegura que, aunque ya "no me regalan juguetes", la gente aún recuerda su nombre y que la fama le ha facilitado el acceso a determinadas cosas.
La reposición de Marcelino, pan y vino le cogió por sorpresa. Pablo Calvo vería mal que la coloreasen. "Sería desvirtuar la película. El tercer hombre nunca podría ser en color", afirma rotundo. Marcelino pan y vino se defiende bien en las taquillas de los cines de Madrid. El público sale llorando y aplaude al final.
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