Tempestad en el convento

Sobradamente conocida de todos, Mi querida señorita es el filme más interesante que hoy puede verse en TVE, un filme que sabe huir en la medida de lo posible del signo escabroso en que tan fácilmente hubiera podido caer, pues su tema, el del cambio de sexo -oportunidad de oro para el lucimiento dramático de José Luis López Vázquez, excelente-, se contempla con sensibilidad, profundidad e intensidad en los trazos psicológicos, además de proporcionar una visión más bien amarga de la España del momento, su provincianismo, su enquistada moral.Malas costumbres, sin ser nada del otro jueves -sino de este domingo-, es una película curiosa. Realizada en 1976 por Michael Lindsay-Hogg -el autor del mítico filme Let it be, una obra diametralmente opuesta a ésta-, se trata de un drama conventual donde sus protagonistas, un variopinto abanico de hermanas, repiten a su manera el célebre caso del Watergate, con sus luchas por el poder, rencillas, traiciones, conversaciones secretas, escuchas magnetofónicas, etcétera, y con sus visibles figuras centrales a guisa de Richard Nixon y Heriry Kissinger.

A Lindsay-Hogg se le va de las manos el final, desvanecido, sin garra y poco creíble, pero sabe controlar el arranque y anudar intensamente su centro, contando con la ayuda de actrices del calibre de Glenda Jackson, Geraldine Page, Sandy Dennis o Melina Mercouri, todas ellas quizá algo excedidas en sus numeritos pero convincentes.

Látigo es un western cómico de escaso relieve pero con algún momento afortunado, como el de los dedos pulgares literalmente planchados; a destacar la gran composición del siempre secundario Jack Elam. Y Bailemos, un ameno musical con espléndidos momentos a cargo de Fred Astaire.