Nuevo tránsito de 'El resplandor'

Comparece de nuevo en nuestras pantallas El resplandor. Si las reposiciones de los miércoles -o de cualquier otro día- se nos antojan generalmente gratuitas, no es éste el caso de El resplandor, una película valiosa, inquietante y compleja que, a cada nueva visión, enriquece la anterior, pese a que siempre se la ha considerado decepcionante. ¿Por qué? Tal vez porque Stanley Kubrick, como era de esperar, no se plegó a las convenciones imperantes de¡ cine de terror y sí a su sempiterna perfección y virtuosismo sin límites.Visualmente, no le interesó tanto a Kubrick la apoteosis de la oscuridad al uso, en el estilo de Stephen King, como hallar una plasmación lumínica, pictórica, de ese hotel Overlook, aislado y solitario en su océano de nieve.

Ahí es donde tres personajes -padre, madre e hijo, el primero en un proceso de locura uniformemente acelerado; el último, un niño con poderes parapsicológicos, poseedor del resplandor- se verán inmersos en la memoria del paisaje, el auténtico terror de la historia.

Estamos, pues, ante un arthorror, ante la subversión de todo esquema genérico. Es el trabajo de un gran artista con todas sus consecuencias, plagado de laberintos metafóricos y borgianos. Un horror que no precisa de extraños agentes externos para mostrarse.

Este terror, qué duda cabe, se sitúa an las antípodas de Pánico en Elm Street, es un antiAlien e incluso, pese a su fidelidad a la idea del texto, un antiStephen King. Verla de nuevo no será una pérdida de tiempo.