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Los que se fueron

Jorge Valdano

El fútbol es un extraordinario agente de comunicación porque está lleno de verdades y cada cual propaga algunas. En las largas noches de la Copa de América se reanima el eterno debate que empieza oponiendo la marcación zonal con la persecución al hombre y que prosigue enfrentando, con impunidad, lo útil a lo bello, lo serio a lo alegre, lo tradicional a lo moderno y lo americano a lo europeo. El problema empieza cuando alguien cree que tiene la verdad entera y la defiende con palabras demasiado grandes. Pero se puede aguantar. Sólo un partido de fútbol puede dar por terminada una discusión sobre fútbol. Los técnicos, periodistas y directivos volvemos de la cancha con nuevas razones para volver a empezar. En la Copa de América argumentos siempre hay.Mientras todo Brasil discute la presencia de un líbero en su selección, Chile va y pone a dos líberos en su debú frente a Argentina. Así, sin ningún complejo.

Carlos Caszely, ex gran jugador de polémico paso por España y en la actualidad periodista deportivo, me sacó de dudas:

-"¿A qué juega Chile, Carlos?", pregunto.

- "A la táctica del murciélago. Todos colgados del travesaño", me aclara.

Cierto, Aravena comenzó el campeonato eligiendo jugar con "todos atrás y Dios delante", según antigua definición ultradefensiva de Tim.

Esa mezquindad táctica le condenó a ser generoso por necesidad en el último partido. Chile debía marcar tres goles a Ecuador y se vio obligado a poner a todos delante y dejar a Dios atrás, pero ni un milagro podía salvarlo ya.

La sorpresa de Ecuador

Tampoco Ecuador pasó la fase previa, aunque le ganó a su mediocre historia futbolística, jugando con un atrevimiento, una inteligencia táctica y una riqueza técnica que no se le suponía. Fue mucho mejor equipo cuando le tocó ser actor secundario (le ganó a Uruguay 1-0 y empató a cero con Argentina) que cuando le dieron el papel de protagonista (igualdad a cero con Bolivia y derrota por 2-1 frente a Chile). A la buena sensación que nos dejó contribuyeron individualidades como Quiñones: un central de llamativa presencia (alto, delgado, de larga cabellera y piel negra) que mostró buena pierna izquierda, rapidez y un interesante sentido futbolístico; y Aguinaga, medio derecha del América de México, de largo recorrido, hábil y punzante, que fue un permanente factor desequilibrante en el ataque ecuatoriano.

Bolivia fue el tercer expulsado de Golania y el peor equipo del Grupo I. Llegó con un trabajo insuficiente, pagó su falta de roce internacional y se fue a preparar las eliminatorias para el Mundial de Italia. La selección boliviana es temible en los espantosos 3.600 metros de La Paz. A los rivales les hurtan el oxígeno y llega un momento en el que dan más ganas de morir que de seguir viviendo. En el año 1969, un argentino, Óscar Pinino Mas, contaba su experiencia física en la altura con palabras nuevas: "Sentía que los watusis me saltaban dentro de la cabeza". Nadie entendió mucho, pero debía ser terrible. Me cuenta Juan Antonio Vaca, preparador físico de la selección de Bolivia, que en los análisis de sangre realizados a los jugadores quedó claro que los de arriba (La Paz) les llevan dos millones de glóbulos rojos a los de abajo. "Hablan de que es psicológico", dice Vaca, "pero te aseguro que los que suben a jugar, a los 10 minutos se arrepienten de ser futbolistas".

Uruguay y Perú tienen miedo por la experiencia que les tocará vivir en las eliminatorias de agosto. En los vestuarios del estadio de La Paz hay 20 mascarillas de oxígeno esperándolos para darles moral.

Regreso para decir que Argentina y Uruguay fueron los ganadores de la fase preliminar de Goiania. Para variar.

En el Grupo II el primer eliminado fue Venezuela, que ya no pierde por mucho y que alcanza, incluso, algunos premios-consuelo, como el de meterle un gol a Brasil (por primera vez en la historia) o el de colocar al pequeño delantero Maldonado en la punta de la tabla de artileiros con cuatro goles en cuatro partidos.

Perú hace 50 años que toca muy bien la pelota en el centro del campo, pero no evolucionó tácticamente, y se fue de la competición tras Venezuela.

Humildad para Colombia

Los periodistas y jugadores colombianos no se privaron de nada al llegar a Brasil: "Queremos ganar", decían unos. "Tenemos hambre de triunfo", decían otros. La experiencia los dejó inapetentes. Aquel que en Suramérica quiera aprender humildad no le hace falta perder, basta con preguntarle a los uruguayos, que son los que más saben de la materia en todo el continente. Es un secreto más de su rica historia.

El fútbol de Colombia progresa de forma sostenida desde hace una década. Ya tiene organización, profesionalidad, buen nivel de competencia, entrenadores preparados y muy buenos jugadores, pero todavía no llegó a ningún lado. En fútbol, sólo llegan los que empiezan todos los días.

En la retina quedaron Perea y Escobar, centrales de categoría, e Higuitas, un portero excursionista que no cree en el área como un refugio. A su estilo arriesgado y exhibicionista le debe todos sus admiradores y todos sus detractores.

Este año metió 13 de los 16 penaltis que tiró en Nacional de Medellín y con su creativa manera de entender el puesto contribuyó a que su equipo ganara la primera Copa Libertadores de América del fútbol colombiano. Metiendo y parando penaltis en la final, por cierto.

De ese grupo siguen Brasil y Paraguay, para variar.

Mientras 6 de las 10 elecciones miembros de la Federación Suramericana de Fútbol vuelven a sus países, las cuatro restantes se quedarán a alimentar la historia de la Copa América jugando la fase final de esta edición en el imponente estadio Mario Silho de Maracaná.

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