Brando es siempre Brando

La reposición de esta madrugada -siguen siendo reposiciones las películas del miércoles, aunque ya cambiaron el nombre del espacio: ahora es un sucinto última sesión- es Su excelencia el embajador y la vimos el pasado año dentro del -extenso, no exhaustivo- ciclo dedicado a Marlon Brando. Se trata de un melodrama con ribetes políticos -demagogia pura- ambientado en el suroeste asiático, donde nuevamente se mueve como pez en el agua Brando. La trama es simple: la construcción, por parte de una empresa norteamericana, de una carretera en un país del sudeste asiático, provoca una serie de incidentes diplomáticos que obligan al relevo del embajador. El nuevo representante norteamericano, mantiene una vieja amistad con el líder del país, famoso por su antiamericanismo.Su excelencia el embajador forma parte del declive del actor, que tras Rebelión a bordo, película que en su momento no gozó del éxito esperado, se vio abocado a productos, como el que no ocupa, de abrumadora discreción, en última instancia siempre redimidos por su encandilante presencia.

Y es que Marlon Brando es Marlon Brando, demasiado monstruo como para no tenerlo en cuenta.