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BALONCESTO /CAMPEONATO DE EUROPA

Italia demostró las limitaciones de España

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL

España mostró anoche sus limitaciones, con las que ha ido aprendiendo a vivir resignadamente durante los últimos campeonatos. Italia ratificó, con una contundencia hiriente y revanchista, una mayor madurez en todas sus líneas y en su concepción del juego y relegó a España a la lucha por los puestos del vagón de cola y a la reconstrucción de un equipo que debiera haber mantenido una continuidad en el rendimiento de años atrás, aunque las numerosas ausencias limiten su potencial y le sirvan como pequeña justificación.

La selección española perdió el hilo de un partido que jugó con claridad de ideas en cuanto Italia dispuso de mayor seguridad en su ritmo con la entrada de D'Antoni, de 38 años, que justificó su polémica elección por Sandro Gamba. El ex profesional, recalificado gracias a la norma que ha entrado en vigor en este Europeo, asumió el papel preponderante en la resolución del encuentro clave para las aspiraciones de unos y otros. Italia luchará por una medalla mientras que España, si no lo remedia un milagro ante la URSS, lo hará por el quinto puesto, que, al cabo, le daría el acceso directo al Mundial.

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D'Antoni dio variedad al juego de su equipo y mejoró las asistencias al pivot alto, hasta los primeros minutos del segundo tiempo dominado por Ferrán. Riba siguió recibiendo su parte del juego y Magnifico superó claramente a sus rivales: Andréu, Morales, Vecina e incluso Jiménez, que desdijo la predicción de Díaz Miguel de que no iba a volver a jugar en ese puesto. Jiménez, desconocido y desconcertado, fue una demostración más de la pérdida de la, serenidad y la buena resolución de los detalles tácticos del primer tiempo.

Cuando Italia abrió hueco en el marcador (50-60, en el minuto 27) fue cuando España jugó peor, sin que desde el banquillo se aportaran excesivas componendas como la insistencia de conceder a Laso minutos, tal vez para que recibiese una lección práctica de conducción del equipo por parte de D'Antoni. Las soluciones tampoco parecían fáciles por el día negro que tuvo Montero y porque Arcega se encontraba con cuatro faltas desde el minuto 14 tras una gran labor de marcaje a Riba. Bajo los aros se confirmaron las previsiones de la falta de consistencia de Andréu y Vecina. Sólo Villalobos proporcionó un reactivo, pero con todo sentenciado.

Hasta el minuto 21, el partido se asemejó a una lucha de dos colegiales por ganar peso para izarse mutuamente sobre el columpio. España pareció redescubrir el placer de jugar bajo unas directrices claras, sobreponiéndose a los reveses del juego con inteligencia, sin perder la compostura. La claridad de ideas, al menos en la puesta en escena, fue compartida por ambos equipos. También compartieron el furor defensivo y un cambio en el normal emparejamiento, en el que los bases Arcega y Gracis se encargaron de los cañoneros, Epi y Riba. Los desdoblamientos de Magnifico fueron compensados por la desafortunada actuación de los reservas italianos en ese período, mientras que Biriukov, Epi y Ferrán mantuvieron mínimamente el ritmo en el ataque, lo que sirvió para que España equilibrase un marcador desde el principio adverso e incluso llegara a ponerse por delante. Esos primeros 20 minutos resultaron, al menos, una pequeña, aunque insuficiente, justificación.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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