Una selección circunstancial y experimental
LUIS GÓMEZ, La selección española se presentó ayer en el Europeo de Zagreb con un equipo que se duda si es experimental, circunstancial o ambas cosas a la vez. Desde 1984, la selección no gana una medalla y su mayor éxito en este último lustro -clasificarse para los Juegos de Seúl- se convirtió en el mayor fracaso unos meses después. La selección española ha pasado de ser la más popular, incluido su técnico Díaz Miguel, a dar un bochornoso ejemplo de mercantilismo y falta de ambición en sus últimas comparecencias, en la que los jugadores trataban de asegurarse primas sin depender de los resultados deportivos, con el beneplácito del entrenador que se llevaba el doble. Tras lo de Seúl, donde la selección tocó fondo, se vio claro que hacía falta cambiar radicalmente de forma de hacer las cosas.
La situación, sin embargo ha empeorado por arriba. La principal responsable de la selección, la Federación Española de Baloncesto, se encuentra maniatada por un déficit que ronda los 300 millones de pesetas y cuya causa primordial ha sido la proliferación de gastos destinados al equipo nacional en lo que afecta a dirigentes, jugadores y entrenadores. Se habló de buscar algunos cambios en la estructura -implantar un régimen de disciplina entre los jugadores internacionales y controlar algunas frivolidades del seleccionador-, pero al final nada se ha hecho. Ultimamente, incluso, es la federación quien ha entrado en una fase de mercantilismo al tratar de rentabilizar la selección sin éxito alguno, de tal forma que los torneos previos de preparación a este Europeo han sido los más flojos y peor organizados de los últimos tiempos. La federación no ha sabido sacarle rendimiento económico y se ha dado cuenta de la bajada en la popularidad del equipo nacional.
En lo deportivo, Díaz Miguel se ha visto fundamentalmente obligado por las circunstancias. Primero, el propio crecimiento del baloncesto ofrecía nombres nuevos susceptibles de ser internacionales. Pero, en segundo lugar, la posibilidad de dar entrada a Fernando Martín abría la esperanza de formar un equipazo, dispuesto a dar la cara en el Europeo y de luchar por cualquier tipo de medalla. Por otro lado, los asesores de Díaz Miguel, que los tiene, le aconsejaron que se inclinase siempre hacia las caras nuevas, más dispuestas a ser disciplinadas que quienes han vivido los últimos años de decadencia interior de la selección. Sin embargo, las lesiones han ido minando la posibilidad de un conjunto con gran peso específico, para dejarlo en una selección circunstancial o experimental.
¿Circunstancial o experimental?. Ambas cosas a la vez. La selección que ayer se estrenó ante Holanda es inexperta en lides internacionales en la mitad de sus componentes (Laso, Villalobos, Aller, Vecina, Andreu y Morales), es circunstancial en su línea de rebote (Ferrán, Morales, Andreu y Vecina) y está poco contrastada como para anticipar el resultado que pueda dar. A esta selección no le queda más remedio que defender con agresividad y actuar con velocidad.
Sin presión
Y a esta selección, sometida a tales circunstancias y tales experimentos, no le afectará la presión por la conquista de una medalla -la medallitis ha sido una secuela insoportable para Díaz Miguel-. Ahora el éxito está asegurado porque no hay más objetivo que el de ver qué resultado puede dar este nuevo conjunto. Como experimento, bien puede decirse que España juega con red: en este Europeo se van a poder extraer muchas consecuencias sin dramatismo.
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