De la tradición a la tecnología

, La Copa América de vela es uno de los grandes acontecimientos deportivos mundiales. Los Juegos Olímpicos, la NBA, el torneo de las Cinco Naciones, el Tour, los Mundiales de fútbol y de atletismo, Winíbledon o Roland Garros pueden ser joyas de una cadena en la que ella no puede faltar. Incluso la regata Vuelta al Mundo no ha podido eclipsarla. La Copa América ha pasado de la tradición máxima a la tecnología más avanzada, pero incluso ha aumentado su atracción.

Nadie, en realidad, ha podido explicar el porqué de su importancia. Quizá radique en su forma de disputarse, el desafio entre el vencedor de los aspirantes y el poseedor de la Copa. Pero no es sólo ya porque se juegue el honor deportivo tan directamente, sino por los enormes intereses económicos que mueve, especialmente en los últimos tiempos. Buena prueba de ello ha sido que hombres como Giovanni Agnelli, el patrón de la Fiat, el agá Jan o el barón Marcel Bich -que da nombre a los bolígrafos, sin la h, entre otros muchos negocios-, han estado entre muchos promotores de proyectos. Por la Copa América han pasado, y perdido, todos los multimillonarios no norteamericanos menos uno, el australiano Alan Bond, ganador en 1983.

Cambio

El brusco cambio en el tipo de barcos producido en la última regata, que ha dado lugar al contencioso actual, no ha sido la única variante en la Copa. Para la próxima edición, según se acordó en una reunión en el Royal Thames Yacht Club de Londres, de los 23 países aspirantes -sin que aún estuviera presente Espafia- los barcos serán de 75 pies (23 metros) de eslora y 16 toneladas de desplazamiento. Sin llegar al monstruoso New Zealand, se pone fin así a la larga etapa iniciada en 1958 con los-denominados 12 metros, auténticos Fórmula 1 de la vela. La medida de su nombre no corresponde a la eslora, que es de 20 metros, sino al complicado resultado de una combinación de otras características sumadas.