Rechazo hacia los tránsfugas que permanecen en los escaños

La polémica surgida en relación con la actitud ante la moción de censura del diputado autonómico Nicolás Piñeiro -elegido en las listas de AP- parece resolverse por la opinión madrileña de una forma claramente condenatoria tanto hacia la persona como hacia el sistema que permite que quienes cambian de partido conserven su escaño.El 51 % opina que la actitud de Piñeiro responde a cuestiones de interés personal y sólo el 22% cree, en cambio, que su anunciada abstención se deba a convicciones políticas. Al mismo tiempo, un porcentaje similar (55%) se muestra convencido de que tanto el PSOE como el PP y el CDS han hecho ofertas de tipo personal y material -no sólo políticas- para lograr su apoyo.

Dos de cada tres encuestados opinan que cualquier cargo electo por la lista de un partido debe abandonar dicho cargo si cambia de partido. Sólo uno de cada cinco admite que los tránsfugas puedan conservar su escaño. En esta misma dirección, una proporción aún mayor (tres de cada cuatro madrileños) sería partidaria de que se cambiaran las leyes de forma que -como se preveía en la primera ley electoral local de la actual democracia, declarada inconstitucional posteriormente- quienes cambien de partido deban dejar el escaño.

Por otra parte, para el conjunto de la ciudadanía madrileña, Joaquín Leguina y Juan Barranco sobre todo reúnen mejores condiciones personales para los cargos que ahora ocupan que los candidatos de la oposición que aspiran a reemplazarles.

Lo cierto en todo caso es que Barranco resulta especialmente bien valorado en cuanto a sus condiciones personales para ser alcalde, no sólo entre los votantes socialistas y comunistas, sino incluso entre los votantes centristas y populares. En efecto, el 27% de los votantes del Centro Democrático y Social (CDS) y el 29% de los de Alianza Popular-Partido Popular (AP-PP) ven en él mejores condiciones para el cargo que en Rodríguez Sahagún. Cabe resaltar que éste resulta preferido sobre el actual alcalde en alguna mayor medida por los votantes populares que por los de su propio partido.