Declarando, que es gerundio
Hace unos años, Historia de un soldado, bien vestidita con los ropajes del melodrama racial -como ahora Arde Misisipí-concurrió en la entrega de los premios de la Academia. Tenía todos los requisitos típicos para estar ahí, tenía sus brotes de humanismo y buenas intenciones -aunque, como en la era de gloria de Sidney Poitier, se dignificaba al negro porque era bueno como el blanco, un planteamiento en el fondo tan racista como cualquier otro, nacido del subconsciente de toda una colectividad- y tenía una puesta en escena tan plana y convencional como para ser engullida por todos aquellos que no piden del cine fuentes de inspiración mayores. Su director, Norman Jewison, una fiera en esto de parir películas con destino a la estatuilla, un hombre servicial y jamás excitante, lo que hizo es volver al molde que ya quince años antes le dorara las arcas con En el calor de la noche. El argumento es similar, sólo cambia pueblo racista por rígido y no menos racista cuartel militar. Y el peso del interés -nulo en cuanto es un dejà vu como una catedral- lo carga en las declaraciones de todos aquellos que tuvieron que ver directa o indirectamente con el asesinato del. soldado negro y sus correspondientes visualizaciones a través de continuos flash-backs. No hay novedad alguna en Historia de un soldado, ni riesgo, ni belleza, ni poesía, ni emoción. Si a estas alturas seguimos consumiendo productos como éste es porque todavía andamos en pañales cinematográficos. Las declaraciones de un acusado a la policía marcan también la pauta de una película española, extraña, Apaga y vámonos, dirigida en 1980 por Antonio Hernández y prácticamente inédita en todos los puntos de nuestra geografía. Esta madrugada ocupa el espacio Producción española para ser juzgada debidamente.Historia de un soldado se emite a las 22.05 por TVE-2, y Apaga y vámonos, a las 2 de la madrugada por TVE-1.
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