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Palcos de lujo y tribunas de madera

GRAHAM TURNER, Tras la catástrofe de Hillsborough, los estadios ingleses han sido el blanco de críticas generalizadas, la mayoría de ellas dirigidas a su antigüedad, su emplazamiento en plena ciudad (lo cual dificulta accesos y aparcamientos) y el alto porcentaje de los aforos dedicados al espectador que prefiere ver su fútbol de pie.

Sin embargo, las emotivas reacciones de la última semana no resumen fielmente una situación muy dispar. El estadio de Hillsborough, sin ir más lejos, tiene más de 70 años de vida pero fue modernizado para el Mundial de 1966 y se construyó una nueva tribuna hace pocos años. La policía redujo su capacidad hace cuatro años a 54.181 espectadores frente a una asistencia récord de 72.841 registrada en 1934 cumple con ¡as normas de la UEFA.

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En líneas generales la situación actual refleja el clasismo del fútbol inglés. Mientras los ricos, como el Tottenham, cotizan en bolsa e instalan palcos de lujo para los empresarios, los pobres de las divisiones inferiores no tienen capacidad económica para modernizar sus instalaciones.

Falta de recursos

La necesidad de hacerlo fue acentuada por la tragedia de Bradford hace cuatro años, cuando una colilla bastó para incendiar el caldo añejo de basura acumulada por debajo de las graderías de madera. Murieron 56 personas. El informe Popplewell, publicado a raíz del desastre, aconsejó una serie de reformas, pero pocos clubes han tenido liquidez como para hacer caso de ellas, sobre todo después de haber visto el ejemplo del Chelsea, que rozó la quiebra tras invertir 1.000 millones de pesetas en obras.

De forma urgente el Manchester United, uno de los clubes más poderosos del país, ha realizado un estudio sobre la viabilidad de sentar a todos los aficionados en su estadio de Old Trafford. Se han quedado de piedra ante un presupuesto de 1.560 millones de pesetas.

El problema para los clubes ingleses es que, mientras Gobierno y municipios critican su infraestructura, no levantan un dedo para colaborar con ellos. Para el Gobierno son sociedades anónimas que, al igual que cines, discotecas o salas de bingo, tienen la obligación de mantener sus instalaciones por sus propios medios.

Sin el tipo de subvenciones municipales y concesiones fiscales que existen en otros países, los clubes ingleses, por muchas ganas que tengan de actualizar sus instalaciones, no tienen recursos para hacerlo.

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