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ETA Militar inició en 1988 los atentados con cartas explosivas

La organización ETA Militar introdujo el año pasado una importante novedad en sus métodos de actuación: el envío de las cartas bomba, modalidad que, sin embargo, es clásica para otras bandas, armadas, generalmente de signo ultraderechista. Los etarras debutaron en esta especialidad para atentar contra la sede de la Confederación Sindical Independiente de Funcionarios de Madrid (CSIF), contra los directores de varias prisiones y contra el conservero vasco Luis GaravillaLos artefactos terroristas mataron en 1988 a ocho personas e hirieron gravemente a otras 117, según un informe del Centro Nacional de Datos e Investigación de Bombas (CNDIB). En 1988 los artificieros del Cuerpo Nacional de Policía intervinieron en 378 atentados, mientras que en 1987 lo hicieron en 403.

La actividad de los grupos terroristas que operan en España causó durante 1988 daños materiales estimados en 706 millones de pesetas, según la policía. Pese a ello, ésta se muestra muy optimista al comparar esta cifra con los 2.000 millones de pesetas que ocasionaron los artefactos que estallaron en 1987, año en el que se registraron los atentados en Hipercor de Barcelona y en la refinería Enpetrol de Tarragona.

La intervención de los desactivadores de la Policía Nacional, según las mismas fuentes, hizo que el año pasado se evitasen numerosas explosiones que habrían provocado daños estimados en unos 2.553 millones de pesetas.

ETA Militar fue el grupo que firmó un mayor número de atentados con bombas -54 en total- en los que empleó un nuevo explosivo de fabricación casera, conocido como Amosal o NAS, que es el resultado de añadir cloruro sódico al amonal que viene utilizando en las acciones perpetradas el último trienio.

Durante el último año la policía se incautó de 851 kilos de material explosivo. Destacan los 472 kilos de amonal decomisa dos a ETA; los 177 de gelamonita intervenidos al Exército Gerrilleiro do Pobo Galego Ceibe y los 64 kilos del poderoso Semtex-H, material que es empleado por las organizaciones internacionales. Bilbao fue la ciudad donde los artificieron tuvieron más trabajo, ya que registró 91 atentados.

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