Emilio Burgos

Más de 50 años trabajando en la zona del escenario donde nadie busca al autor. Emilio Burgos, escenógrafo y figurinista, ha recibido a los 78 años el Premio Nacional de Teatro por el conjunto de su obra. Sus creaciones en tela y papel han colgado de los principales teatros de España. Su vestuario ha disfrazado a centenares de actores. Ha participado en total en más de 300 producciones. Ahora que una enfermedad atenaza parte de su cuerpo se ve "como un pajarito andando por un cordel".

Emilio Burgos se niega a jubilarse. "El teatro es todo en mi vida", dice. Por eso, ahora que permanece atado a una silla a causa de una trombosis, está desanimado. Hace unos días que terminó su último trabajo -los figurines que Victoria de los Ángeles lucirá próximamente en Nueva York- y ya duda que siga teniendo la chispa de ingenio que le ha permitido desde muy joven concebir cientos de decorados y vestidos.Comenzó en el teatro de tapadillo. Sus padres querían que estudiara, y tuvo que matricularse en arquitectura mientras hacía sus primeros decorados para una compañía de teatro aficionado. "Nunca acabé la carrera, pero adquirí conocimientos que luego utilicé en mis decorados. El resto lo aprendí viendo mucho teatro". Tras la guerra civil comenzó en el teatro profesional. "Un amigo actor que estaba en el teatro Español me encargó mi primer trabajo, una comedia infantil. Justo lo que nunca me ha gustado hacer. Que me perdonen los niños, pero fue la primera y última vez que hice un decorado para una obra infantil".

Emilio Burgos no tiene más prejuicios que éste. El resto de su trabajo abarca todos los géneros, incluido el folclórico. "Aquellos montajes me dieron mucha práctica. Años más tarde, además, tuve ocasión de parodiarme a mí mismo haciendo caricaturas de aquellos decorados". Su firma aparece en zarzuelas, óperas, dramas y comedias. Pero el teatro clásico español es su debilidad.

No acude nunca a sus estrenos. "Mi trabajo termina cuando se alza el telón. Además, soy muy nervioso", afirma. Pero buena parte de esta manía la adquirió el día que se cayó una vara de su decorado y partió en dos el telón del teatro Español donde se estrenaba Don Juan Tenorio. Aquel año, su Tenorio competía con otro cuyos decorados había ideado Dalí.

Su faceta de creador de figurines la descubrió de forma casual. "El figurinista de una obra en la que trabajaba no llegó a tiempo y tuve que hacer yo los bocetos. El modista Balenciaga me dijo después que no había visto nada más bonito y peor hecho". En aquel momento surgió la inspiración de autodidacta que le ha acompañado en los trabajos más difíciles. "La solución a los decorados más complicados la he visto siempre desde el principio".

Sólo trabajó fuera de España en dos ocasiones y en otras dos hizo incursiones en el cine y la televisión. El resto de sus decorados y figurines ha llenado el teatro español de varias décadas, lo que le ha valido el Premio Nacional de Teatro de este año.Emilio Burgos, un solterón ingenioso y tierno, ha aprendido estos días a conjugar la angustia que le produce su enfermedad con la alegría del reconocimiento a una labor que le ha dado de todo menos dinero. "He sabido ganarme la vida, pero no he sabido cobrármela", afirma.