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David Hammerstein

De Los Ángeles al centro histórico de Valencia

David Hammerstein lleva más de 10 años en Valencia, habla mejor valenciano que castellano y se ha convertido en uno de los más apasionados defensores del centro histórico de esta ciudad. Perteneciente a una familia de emigrantes judíos de talante progresista, dejó su ciudad natal, Los Ángeles (EE UU), para pasar una temporada en Europa. En Italia conoció a una valenciana y en sus posteriores viajes a Valencia para visitar a la que se ha convertido en su compañera quedó prendado del barrio de El Carme.

A los 10 años iba a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y posteriormente participó en los movimientos universitarios californianos en contra de la barbarie que las tropas de su país protagonizaban en el frente. Estudió Sociología en la universidad de California y al terminar vino a Europa para seguir estudiando, atraído por la política europea y la transición española, en una escapada que se ha convertido en definitiva."Aquí he encontrado una relación con las personas y de éstas con el medio que las rodea, con los edificios, etcétera", dice David Hammerstein, de 33 años de edad. "Eso no existe en Los Ángeles, que es una ciudad dominada, trazada y planificada para el coche, siempre en detrimento de la comunicación urbana entre las personas", añade. Aquí ha encontrado también una historia que le ha apasionado, en contraste con Los Ángeles, "que no la tiene. Es una ciudad en constante cambio, una colección de suburbios en busca del centro". Cooperativista de un colegio inglés de educación general básica, este norteamericano dice sentirse ahora "más de aquí que de allá" y ha iniciado los trámites para nacionalizarse español.

A Los Ángeles sólo ha vuelto a ir de visita, porque después de vivir en Valencia se le han quitado las ganas de volver a vivir en una ciudad donde existe "un dominio total del consumo y del individualismo que limita mucho la formación de un tejido social donde las personas se puedan relacionar más". Aquí ha encontrado esas relaciones.

Su pasión por el centro histórico de Valencia le ha llevado a convertirse en vocal de la junta municipal de distrito y a impulsar, junto con un grupo de profesionales, políticos y residentes, la asociación Salvem el Centre Històric. Sin embargo, es pesimista: "El centro histórico es una causa perdida, porque muchas cosas ya no se pueden recuperar", y dice sentir envidia cuando ve lo bien conservados que están los centros históricos de Italia y también de otras ciudades españolas.

"La gente de aquí no lo aprecia", añade, "y a veces me da vergüenza tener que abrirles los ojos y explicarles que dejan perder su pasado colectivo sin demasiados remordimientos". Él, un extranjero, ha cogido la bandera de la defensa del centro histórico de Valencia, cuya historia y entresijos conoce mejor que muchos valencianos. "Es una vergüenza que algunos políticos de esta ciudad digan que yo lo conozco mejor que ellos".

Él sigue empeñado en dar a conocer esa zona de Valencia y encarga a sus alumnos estudios de los diferentes barrios. En el centro histórico ha hecho amigos, allí vive con su compañera allí tiene un hijo de tres años y allí se piensa quedar. Como también se quedará con su inconfundible acento, por muy extraño que resulte cuando habla en valenciano.

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