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José Cano Ivorra

El encuentro con otra filosofía de la vida en África

Miguel Ángel Villena

Se define como una persona inquieta, un "culo de mal asiento", y como un médico que gusta del riesgo y la aventura, poco dado a la comodidad. Y a fe que la trayectoria personal y profesional de José Cano Ivorra, un médico valenciano de 66 años, avala sus palabras. En 1972, un viaje a Uganda despertó en él una pasión por África y la medicina tropical que ya no le ha abandonado. Hoy, José Cano, jubilado, está a punto de ver cumplida su mayor ilusión: crear el primer instituto de medicina tropical de España.

Nacido en el pequeño pueblo alicantino de La Nucia, José Cano estudió la carrera de Medicina en Valencia y en Madrid para especializarse en cirugía general y digestiva. Desde 1954 ha ejercido su profesión en el hospital General de Valencia, al tiempo que ha impartido clases en la facultad de Medicina. Vinculado siempre a la docencia y a la investigación, este médico transmite una envidiable sensación de vitalidad y entusiasmo por su trabajo. En 1972 respondió a la petición de ayuda de un ex alumno y se desplazó a Uganda para poner en marcha un hospital.A partir de aquella fecha aprovechó todas sus vacaciones para marchar a Africa, marcado ya "por la pasión de un continente que cautiva y al que siempre se regresa". En 1979 consiguió una comisión de servicios para trabajar durante un año en Uganda en una experiencia que califica de "interesantísima, tanto desde el punto de vista docente como práctico". "He formado", dice, "a muchos médicos africanos y me ha tocado hacer de todo, desde asistir a partos a tratar poliomielitis o traumatismos".

África representa para José Cano otra filosofía de vida, una diferente noción del tiempo, de la amistad, de las relaciones sociales. "La cultura africana", comenta, "hay que respetarla por encima de todo, aunque a los occidentales nos resulte difícil renunciar al paternalismo o a las actitudes colonialistas. Ejercer la medicina en África significa un trato muy directo con los enfermos, una implicación mucho mayor con las enfermedades; y con su entorno. Naturalmente, no puedes resolver todos los problemas, pero tu labor rinde Frutos de una forma inmediata, revierte enseguida sobre el médico y el paciente".

"La medicina tropical", seña la el doctor Cano, "no hay que entenderla como un concepto geográfico, sino como un sinónimo de medicina de la pobreza, del subdesarrollo. La medicina tropical también está entre nosotros, en los suburbios de las grandes ciudades o en las zonas rurales abandonadas. Muchas de las llamadas enfermedades tropicales siguen apareciendo en Europa, por no citar los síndromes que se extienden desde África al resto del mundo, como es el caso del SIDA".

Para Cano Ivorra es imprescindible la existencia de una institución que se ocupe de canalizar las necesidades de un centro hospitalario universitario para la atención y tratamiento de aquellos que mantienen contacto con países tropicales, así como para disponer de medios de acceso a los afectados por "la medicina del hambre".

Desde hace dos años José Cano dirige unos cursos master sobre medicina tropical, y tras el éxito obtenido ha propuesto la creación de un instituto de medicina tropical, que está a punto de ponerse en marcha con el apoyo de la Universidad y la Diputación de Valencia.

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