El Barça sufrió para empatar con el Aarhus
Hasta Julio Salinas, lesionado, se fue a los estudios de TVE, en San Cugat, a comentar el Real Madrid-PSV. En el Camp Nou no había prácticamente nadie. Estaban Núñez y Cambra, claro, hablando de números y de debates. Estaba la directiva accidental, explicando lo inexplicable, es decir el por qué se televisaba el Barcelona-Aarhus. Y había unos cuantos espectadores. El cuerpo lo tenían allí, en el estadio, pero su alma estaba en el Bernabéu. "¡Oye, no juega el Buitre!", decía uno. "Koeman ha estado a punto de marcar", comentaba otro. Su partido llegaba a través de las ondas. Estaban en la radio. Y, aunque en el marcador no se anunció el gol de Hugo Sánchez, todo el mundo sabía que el Madrid ganaba, y que luego empató el PSV. Incluso, al final, se dieron prisa por llegar a casa y poner la tele para ver la prórroga del Bernabéu.Ni se dieron cuenta de que su Barcelona estuvo al borde de un nuevo fracaso europeo frente a un equipo sin gancho, que había perdido en su propio terreno por 0-1. Pudo ser, exactamente, una noche como aquélla en que los azulgranas cayeron ante el Austria de Viena (1982-83), o como aquella otra en que fueron eliminados por el Metz (1984-85), o como aquel día que perdieron frente al Dunde United (1986-87) y, sin ir más lejos, una jornada como la de la temporada pasada ante el Bayer Leverkusen (198788).
Y es que el partido de ayer fue un suplicio. Cruyff ya lo ha dicho infinidad de veces. Sus chicos sólo juegan para el público. Y cuando no hay gente, cuando no hay ambiente, cuando no hay rival, no hay espectáculo. Y ayer el Camp Nou, por primera vez esta temporada, estaba vacío y, por primera vez, el Barcelona no marcó en un partido de Recopa. Los azulgranas salieron al campo por fuerza, sin ganas, con miedo. Y es que hasta el sorteo del campo se hizo en un lado del campo, fuera del círculo central.
El Aarhus no se ahogó esta vez como se le presumía a un equipo que está en plena pretemporada. Jens Harmsen, su entrenador, supo jugarle al equipo de Cruyff. Impuso una fuerte defensa en línea y un pressing agobiante en el centro del campo para maniatar al rival en ataque, y basó todo su juego ofensivo en balones largos, al hueco, huyendo de la zona donde se apelotonaban 10 azulgranas para no conseguir nada.
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