Vengaza tibetana en Lhasa tras la represión del domingo
Los tibetanos de Lhasa se lanzaron a las calles ayer en venganza de la dura represión que llevó a cabo la policía china el domingo -cinco días antes del 30º aniversario de la rebelión contra la ocupación china- cuando los tibetanos volvieron a rebelarse en Lhasa, la capital del Tíbet, en una manifestación que concluyó con 12 muertos y un centenar de heridos, según cifras oficiales chinas. La policía china abrió fuego ayer, por segundo día consecutivo, sobre los manifestantes, y causó un muerto y seis heridos, según informaciones de Pekín.
Ayer, millares de tibetanos se hicieron con el control del barrio viejo de Lhasa, erigieron barricadas e incendiaron comercios y edificios chinos. Fuentes tibetanas aseguran que la cifra de muertos el domingo es mucho mayor que la ofrecida por las autoridades chinas.Según la agencia oficial Xinhua, el tumulto del domingo comenzó al iniciarse una manifestación en la avenida de Bargor, en Lasha, organizada por un grupo de monjes tibetanos, figuras que encarnan el movimiento nacionalista bajo el liderazgo de su líder espiritual, el Dalai Lama, en el exilio en la India desde 1959. El próximo día 10 se celebra el 30º aniversario del levantamiento popular contra la ocupación.Centenares de tibetanos se unieron rápidamente a los manifestantes que pedían "independencia", iniciando agresiones contra vehículos o instalaciones chinas, que representan las fuerzas de ocupación para los tibetanos, después de la anexión del Tíbet a China, en 1950.No es la primera vez que los tibetanos muestran su descontento. El 5 de marzo del pasado año las manifestaciones causaron un balance de 29 muertos, reactivando la tensión latente en el Tíbet. Ante la frágil situación en el
Tíbet, el Gobierno chino intentó una saIida política, ofreciendo la viabilidad de regreso al Calai Lama a condición de que éste aceptase a residir en Pekín, lo que el Dalai Lama rechazó por considerar, como otros muchos tibetanos, que aceptar tal pacto equivaldría a convertirse en "un muñeco de los chinos", como la imagen dada por la segunda figura del budismo tibetano, el Panchem Lama.
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