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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Excelente cine negro

Una auténtica perla, generalmente desconocida por el público -con razón: no se veía por acá en lustros y lustros-, se cuela hoy en ese recóndito pozo del alba de los domingos que, corno el alba de los sábados, cobija a menudo manjares fílmicos muy preciados por el conocedor. Se trata de El demonio de las armas puro cine negro realizado por un pequeño maestro de la serie B, Joseph H. Lewis, y una arrebatadora historia de femme fatale, pasión ciega por las armas y amour fou, con el sentido trágico que siempre implican las confusiones de este tipo.Su realización -económica en todos los sentidos, furiosa, un tanto fulleriana- posee también un poder subversivo impropio de la época en que se rodó -1949-, así como una inusitada fuerza erótica; ahí es nada el encuentro de los dos protagonistas en la feria y el estallido sexual que nace entre ellos. A la vista de El demonio de las armas, no sería extraño descubrir que Jean-Luc Godard se inspiró en ella para su histórica irrupción en Al final de la escapada.

Y ya que estamos sobre la pista de Godard señalemos someramente Todo va bien, la película que en 1972 significó su regreso al cine comercial -Yves Montand y Jane Fonda son sus protagonistas- después de varios años dedicado al cine didáctico y combativo, radical, parte de él en colaboración con el grupo Dziga Vertov.

Comercial, sí, pero sin excesivas concesiones a la galería, pues Todo va bien sigue presentando en primer término el catecismo marxista, tan propio del Godard de esos años, y también el reto de su especial caligrafía, tan explícita en momentos corno el del supermercado, escena larga y delirante que pone a prueba los nervios del espectador. Espectador que ha de ser intrínsecamente godardíano para participar de este singular recorrido audiovisual y dialéctico.

Fama inmerecida

Menos retruécanos fílmicos propone la famosa El día después, únicamente válida como exaltación de las conciencias ante el peligro nuclear, pues no pasa de ser un telefilme -fue rodado para televisión, aunque su polémica le acercó a nuestras salas comerciales- en el que se pierden los talentos expuestos por Nicholas Meyer en Los pasajeros del tiempo, exhibida hace poco en TVE.

Por lo que hace a Las zapatillas de cristal, es un musical Metro que pretende vehicular -mediante la joven y atractiva Leslie Caron- el cuento de La cenicienta, y da como resultado un producto vistoso, pero algo cursi a los ojos de hoy; vamos, que no es Gigi, ni siquiera Lilí.

El demonio de las armas se emite a las 7.35; Todo va bien, a las 0.20; El día después, a las 3.50, y Las zapatillas de cristal, a las 16.00, todas en TVE-1.

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