'Cambio' de velocidad
El País Semanal del 8 de enero publicaba una entrevista en la que Jesús López Cobos contaba las razones de su repentina dimisión como director de la Orquesta Nacional de España. Pero, al margen de este asunto, y casi al principio, el músico explicaba que se había utilizado el rayo láser para lograr una buena acústica en el auditorio de Madrid. Soledad Alameda, autora del trabajo, ponía en boca de López Cobos esta frase: "Resulta que la velocidad del láser es igual a la del sonido".Jorge Carvajal Lizano escribe desde Barcelona al defensor de los lectores para pedir "un mayor cuidado en la utilización de conceptos científicos". "La velocidad del sonido en el aire", precisa, "es, aproximadamente, de 340 metros por segundo, mientras que la velocidad de la luz es de 300 millones de metros por segundo". Y remata la puntualización: "Diferencia sensible, ¿no le parece?". Sí, bastante sensible. No cabe duda, el sonido marcha a una velocidad considerablemente inferior a la de la luz, aunque ésta provenga del láser o de una vela. Eso nos enseñaron en la escuela.
¿De quién es el disparate? López Cobos está en Berlín, y la cinta que registraba la conversación ha sido borrada. En cualquier caso, Sol Fuertes, jefa de sección de El País Semanal, admite que el cambio de velocidades es un error que debió subsanarse en el proceso de edición y corrección del trabajo. El arquitecto del nuevo auditorio de Madrid, García de Paredes, ayuda a aclarar el posible origen de la metedura de pata. Las pruebas realizadas en una maqueta de espejos construida a escala sirvió para conocer el recorrido -recorrido, no velocidad- del sonido, utilizando como base el que sigue el rayo láser, ya que la trayectoria de éste es la misma que la de aquél. Esto permite realizar las pertinentes correcciones para lograr una acústica perfecta. Más o menos así lo explicaba López Cobos en la entrevista, después de la mención de las velocidades.
Sol Fuertes dice que, aunque el detalle del uso del láser en la determinación de una acústica perfecta "no desafina" en la entrevista, debió ser "acompasado antes de publicarse". Y todo parece indicar que al transcribir la conversación "no se acompasó debidamente" lo tocante a la acústica. Se desafinó en el cambio de velocidades, sin duda porque el embrague patinó.
Quede claro que el sonido nunca alcanzará a la luz, y que aquella frase se deslizó entre el brillo de los espejos y los haces luminosos, siguiendo una trayectoria manifiestamente errónea, estrellándose contra la realidad para escándalo de la ciencia.
Cruce de cables
En una noticia -elaborada a partir de cables en inglés servidos por la agencia Reuter- sobre la peregrinación de Benazir Bhutto a La Meca (EL PAÍS, 9 de enero) se aseguraba que la jefa del Gobierno paquistaní cumpliría en su visita el rito de dar siete vueltas a la Kaaba descalza y "cantando versos" -¿serían versículos?- religiosos en árabe. Luego caminaría siete veces entre los restos de dos colinas situadas dentro de la gran mezquita "para conmemorar la búsqueda de agua efectuada por Héjira, la esposa de Abraham, para su recién nacido Ismail".
Desde La Laguna (Tenerife), Antonio Ara González recuerda que en la historia sagrada que estudió en el bachillerato aprendió que "la concubina que tomó Abraham ante la infertilidad de su esposa, Sara, fue Agar, madre de Ismael" (no Ismail). Del nombre de Agar, señala, se deriva el calificativo de agarenos a los árabes. "Y la tal Héjira es más bien la famosa huida a Medina de la que se deriva el calendario musulmán".
Tiene toda la razón. Así lo reconocen la historia y la redactora jefa de la sección Internacional, Mariló Ruiz de Elvira. "La metedura de pata es evidente", reconoce, "pues nadie duda de que la Héjira [también se escribe Hégira] es sinónimo de huida a Medina, y de que la madre de Ismael era Agar". ¿Qué ocurrió entonces? "Se me ocurre", explica, "que al traducir los cables se confundieran -confío que por pura dislexia y no por ignorancia- ambos nombres propios". Más que cuestión de dislexia, lo que parece que ocurrió es que a alguien "se le cruzaron los cables".
Noticias frescas
Alfredo Shallcrass escribe desde Muriedas (Cantabria) para protestar por el tratamiento que recibe el fútbol inglés en el suplemento Deportes de EL PAÍS. Concreta una queja: en el número del 23 de enero se dan a conocer los resultados de la jornada que tuvo lugar el día 14, y no los correspondientes a la del 21, "como era de suponer". Y pregunta: "¿Es que los sesudos artículos de esta sección tardan una semana en ser elaborados y de ahí viene el retraso?". No, no es cuestión de retraso, es cuestión de descuido.
Los despachos que contienen la información sobre la Liga inglesa, que son facilitados por las agencias, se depositan en un cajetín para ser utilizados en el suplemento. Los resultados y clasificaciones de la jornada del sábado 14 se publicaron el lunes 16, como es mandado, en el suplemento. Estos despachos, una vez utilizados, en lugar de ser archivados, como debió hacerse, se mantuvieron en el cajetín de marras. El domingo 22 se recibió la información de los partidos del sábado 21, pero algo falló, pues no fue depositada en el susodicho cajetín, en el cual permanecían los resultados de hacía una semana. Cuando Juan Mora, subjefe de la sección, acudió al lugar de siempre para tomar los despachos que suponía del sábado 21 no advirtió que pertenecían a la semana anterior, y tampoco lo advirtió el redactor que transcribió los resultados. Total, que noticias frescas: el lunes 23 se repitió una información publicada el lunes 16. Y los lectores, sin enterarse de lo que había ocurrido el sábado 21 en la Liga inglesa.
Lo dicho: un descuido del que, con toda razón, protesta Shallcrass.
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