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Crítica:TESTIMONIO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¿Hasta cuándo, Solana... ?

Vicente Molina Foix

Han elegido a un hombre guapo. Pelo negro de mucha corpulencia, óvalo de la cara armonioso, barba cerrada, pero bien afeitada. Una buena presencia y una buena dicción. Incluso, unos poderes de persuasión. El mensaje (si recordamos la definición del Casares, "seducir: cautivar el ánimo con algún atractivo físico o moral") es que también la Iglesia tiene símbolos seductores. ¿Sex symbol? Agnus Dei. No todos los corderos de la grey el Señor han de ser destinados al sacrificio.El programa aparece de madrugada, pero ¿son realmente pardos todos los gatos a esa hora? En la madrugada del miércoles, mientras aguarda la retrasada emisión de la tertulia La noche, casualmente ese día de política, casualmente centrada esta vez en la discusión de los medios de comunicación, el telespectador ve, por fe o sólo en la esperanza de lo venidero, el breve Testimonio del apuesto padre Santiago Martín. Y lo que escucha, como corolario de su evocación del segundo Concilio Vaticano, es, más o menos con estas mismísimas palabras, que los partidos políticos no cumplen lo que prometen, pero ahí está la Iglesia católica, que sí puede cumplir y cumple (no especificó, eso no, el lugar, la fecha ni la cuantía).

Estamos en una fase de ruptura de aguas, y no me refiero a las que bajan, aún turbias y arrolladoras, por los puentes de la Gran Huelga. Hay un nuevo directivo en el organismo RTVE y todo el mundo está de acuerdo en darle por lo menos el beneficio de la duda. Yo le concedo más, porque le pido más. La "etapa Miró", a pesar de su alambicado y cruel final, va a ser recordada, y no poco, por un conjunto de gestos y medidas que -dentro de las lamentables limitaciones institucionales implícitas en el puesto- fomentaron una imagen más dinámica y emprendedora, más golfa, menos pacatamente didáctica del medio. Claro que ni siquiera la intrépida responsable del Crimen de Cuenca pudo acabar con esa reliquia semanalmente licuada que son los programas religiosos de medianoche.

Luis Solana empezaría con buen pie y haría olvidar a muchos su pasado de personaje de "comedia de teléfonos blancos" si, aprovechando la emisión en un ente público de un mensaje tan peligrosamente antidemocrático, tan anticonstitucional y tendencioso, tan sibilinamente oportunista (en momentos de acoso al poder político por parte de fuerzas legitimadas por el sudor de las frentes y no por la gracia santificante), despidiese, digo, pues le supongo en nómina, al locutor sacerdotal Santiago Martín y, de paso, eliminase de la programación esa herencia de los días en que el martillo de Trento atronaba en los oídos.

Música suave

Se dirá que hoy la música celestial es más suave, y no todos los programas confesionales tienen la misma belicosidad. Es cierto. A la noche siguiente, pero en la segunda cadena, existe Tiempo de creer, tan meritoriamente ecuménico, tan ecuménicamente soporífero. Un programa que aun cuando, -como en esta ocasión, habla de otras religiones (el islam) lo hace con un estilo doctrinario intragable en una sociedad evolucionada y laica.Si se sostiene la interesante teoría de que las religiones son otro legado más, y valioso, de la memoria cultura] de los muchos millones de no creyentes, que se hagan en las televisiones, pero en horas-punta, noticiarios y debates de abierto patrocinio, al igual que con los libros o la pintura. Si la Iglesia católica pierde público y el aforo de sus templos se queda grande, que el Estado subvencione la celebración de las misas, como lo hace con otras representaciones minoritarias del espíritu. Pero que no se cuelen en horas vergonzantes vergonzosas consignas subliminales pagadas con el dinero de los que aún creemos en las finitas promesas de la tierra.

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