Hospitales
El día 3 de enero de 1989 falleció mi padre en el hospital Gregorio Marañón de esta capital, un suceso muy doloroso para la familia, pero que estuvo agravado por las circunstancias que rodearon este suceso, que ponen una vez más de manifiesto cómo estamos en España en lo que a la asistencia en hospitales se refiere, y más concretamente, no a la actitud del personal sanitario, sino al sistema de información que los rodea.A la 1.30 del día 3 llamaron desde el citado hospital (mi padre estaba ingresado en urgencias desde el día 28 de diciembre de 1988) por teléfono a mi hermano y le comunicaron que mi padre estaba en una situación muy grave, pero que esperásemos más noticias, ya que al estar en urgencias no le podíamos ver, y lo mejor era esperar. A las 6.30, y antes de ir a su trabajo, mi hermano y su mujer, así como mi cuñado, fueron al citado servicio de urgencias para interesarse personalmente por mi padre, y les informaron que seguía igual, "muy grave", y que nos llamarían cuando ocurriese alguna novedad.
A la hora de la visita, de 17.00 a 17.30, fuimos toda la familia y nos encontramos que mi padre había fallecido, y el médico de guardia que firmó el certificado de defunción estaba asombrado de que fuésemos a esa hora, ya que mi padre había fallecido, y así constaba en el certificado de defunción, a la "1.15 horas de la madrugada del día 3 de enero de 1989", o lo que es lo mismo, 16 horas antes. El jefe del hospital justificaba esta situación como un "fallo humano".
He de hacer constar que la atención en urgencias de los médicos y personal auxiliar a mi padre durante el tiempo que estuvo allí ingresado fue muy buena, y les estamos muy agradecidos; no podemos decir lo mismo del personal responsable de mantener informados a los familiares de los enfermos.-
Me decido a escribir esta carta para expresar mi protesta sobre la situación general de los hospitales españoles, y en particular por el caso concreto que a mí me afecta y que le expongo.
El día 9 de enero de 1989, a las cinco de la tarde, llegamos al hospital Clínico de Madrid para que fuese atendido mi padre, de 77 años de edad, porque sufría un fuerte hemorragia por el pene. Con la excusa de la falta de camas y de saturación del centro, mi padre fue desnudado e instalado en una sala de espera que consistía en una habitación-almacén de botellas de oxígeno que tenía las puertas abiertas. Allí permaneció, desnudo, sentado con una silla y sangrando, hasta la una de la tarde del día 10, es decir, casi 24 horas desde su ingreso hasta su acomodación en una habitación. Consecuencia de esto fue la gran pérdida de sangre que tuvo mi padre y de la que aún no se recupera.
¿Cómo es posible que un centro que se supone debe atender al enfermo pueda desentenderse de él provocando un estado tan lamentable tanto físico como moral? ¿Por qué la Seguridad Social es tan insegura y tan poco social?- José Luis Armenteros Romero. Madrid.
Son muy frecuentes las críticas a los hospitales de la Seguridad Social. Hace unos días, el Defensor del Pueblo ha hecho un informe bastante negativo sobre el mismo tema. Probablemente hay razones suficientes para todas estas críticas.
Recientemente he tenido una experiencia en sentido opuesto. Desde que ingresé en urgencias de la clínica Puerta de Hierro hasta que, después de todas las pruebas, recibí el diagnóstico definitivo de cardiopatía isquémica, 11 días después, fui objeto de un trato extraordinario, eficiente, profe-
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sional y humano por parte de todo el equipo de médicos, enfermeras y enfermeros de la unidad cardiovascular de Puerta de Hierro. En conversaciones con mis compañeros pude comprobar que todos ellos habían recibido también el mismo trato. Creo que se justifica que estos testimonios se publiquen para completar el informe que los ciudadanos debemos tener de la Seguridad Social en España.- Manuel Ortuño Fabado. Madrid.
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