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Michiko Shoda

Una cristiana plebeya en el 'trono del crisantemo'

Cuentan algunas revistas japonesas del corazón que cuando el príncipe Akihito de Japón vio a la señorita Michiko Shoda se enamoró de ella a la primera mirada. Empezó así una historia de amor que iba a transformar a la primera plebeya y cristiana en emperatriz de la corte del rígido trono del crisantemo, un hecho sin precedentes en la historia de Japón. Con la muerte del emperador Hirohito y la proclamación de su hijo Akihito como nuevo emperador, Michiko Shoda es desde el sábado la primera dama del Japón.

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Michiko jugaba al tenis los fines de semana que pasaba en la villa de sus padres, en Kuraizawa, en los denominados Alpes japoneses, cuando los acaudalados miembros de la exclusiva urbanización -el padre de Michiko es un multimillonario en la industria de salsa de soja- organizaron un campeonato de tenis en el que participó el entonces príncipe Akihito. Fue en las canchas donde se produjo el flechazo.La boda llegó el 10 de abril de 1955), bautizada por los japoneses como la culminación del romance en el campo de tenis, después de vencer muchas barreras por parte del futuro heredero del trono de Japón. Más de uno entre los centenares de doctos burócratas de la casa imperial veía con muchas reservas que una plebeya y además cristiana hubiese tenido la osadía de convertirse en miembro de la familia imperial, cuyo emperador, Hirohito, hacía tan sólo poco más de una década había renunciado a su divinidad, transmitida por la religión sintoísta, tras la derrota de Japón en la II Guerra Mundial.

El matrimonio entre Akihito y Michiko precisó la autorización del consejo de la casa imperial, integrado por el primer ministro, los miembros de la familia imperial, los presidentes del Congreso y del Senado y el presidente del Tribunal Supremo. Tanto Akihito como Michiko pronto darían ejemplos de que soplaban nuevos aires en el seno de la familia imperial. Sobre todo la entonces futura emperatriz, que fue criticada por su forma de vestir informal, por llevar guantes que no tapaban hasta los codos o por haber salido en la Prensa en una foto con su primer hijo recién nacido en brazos, en una labor que, supuestamente, debía haber sido hecha por el servicio doméstico de la corte.

Los tres hijos del matrimonio, los príncipes Hiro, de 28 años; Aya, de 23, y la princesa Nori, de 19 años, han sido educados de una manera más abierta y liberal que sus predecesores, con estudios universitarios en Oxford, en el caso de los príncipes, y con una vida de actividades sociales relativamente abierta para todos ellos.

Amante de la música y la poesía, la nueva emperatriz de Japón toca el arpa en las veladas familiares dedicadas a la música. Como poetisa -afición que adquirió en su época de estudiante en la escuela católica del Sagrado Corazón-, Michiko emocionó a las madres de todo Japón cuando escribió una poesía titulada Nana del árbol de la seda, al nacer su primer hijo.

Calificada en 1984 por los críticos de moda neoyorquinos entre las 10 mujeres mejor vestidas del mundo, Michiko elige los colores, con preferencias para los tonos suaves, de los vestidos que le aconseja su modista preferida, la diseñadora Itsuku Ueda.

La mayoría de mujeres de Japón, ven en Michiko una emperatriz moderna, de apacible belleza, que rompió por amor muchas barreras en un país donde la mujer tiene casi siempre un papel secundario.

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