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Antonio Jarque

Un Partenón griego en el pueblo turolense de Cendrillas

Antonio Jarque ha cumplido 51 años y aún no ha acabado de construir su casa. Maestro de profesión, desde hace 19 años emplea sus vacaciones en levantar su casa, una copia del Partenón griego, con lago y cenador incluido, en el pueblecito turolense de Cendrillas. De esta forma, Jarque quiere aportar su "granito de arena de homenaje a los clásicos, porque yo admiro hasta el Impresionismo; lo demás es engaño".

Una rampa rodeada de alambre de espinos conduce hasta el Partenón. "La rampa está pensada para que suban los coches hasta. las habitaciones".Las ocho columnas blancas, "con capiteles iluminados en tres colores", sostienen un frontón enriquecido con un montón de siluetas negras. "He querido resurair la idea que yo tengo de la vida. Mi filosofía. A la izquierda, Marte dormido es una aleg,oría del pacifismo; y al final, la paleta y un libro, o sea, el trabajo artesanal y el intelectual".

El guión, la realización y la producción son obra de Jarque. Sólo el frontón le costó un verano. "Primero hice el boceto sobre papel; lo pasé a tamaño natural, lo recorté y lo pegué en el frontón, y me pasé todo un verano retorciendo hierros".

"Desde siempre he sido un admirador de las líneas neoclásicas, yo quería ir más allá; quería hacer algo para contribuir a esa cultura. La idea me rondaba por la cabeza, y así nació esta casa. Como es evidente, me mueve el interés de hacer algo que recuerde al Partenón, la obra suprema del arte clásico".

En la casa de Jarque todo es clásico. El comedor tiene una mesa para 18 comensales, diseñada y realizada por el pater familias. El ambiente es más romano que griego. Los frontis de la habitación se adorrian con fotografias de Homero y de Julio César y reproducciones de dioses y más dioses, "de mayor a menor importancia, hasta acabar con héroes y mártires".

"Yo no sabía hacer nada, pero he aprendido a hacer de todo por imitación. Soy fontanero, albañil, soldador, carpintero, electricista. Si soy maestro tengo que dar ejemplo". Lleva 33 años de maestro, y 19 de ellos, también de constructor. Jarque nació en Teruel y pronto fue destinado a Cendrillas, en donde conoció a su mujer, Carmen.

El camino ha sido duro. En 1975 ocurrió una catástrofe. La casa ya era habitable y la cochera estaba preparada para albergar ganado. "Por eso tenemos ocultos en las paredes respiraderos y tubos para echar pienso". Pero el Ministerio de Educación desconocía los proyectos de la familia Jarque y cerró la escuela del pueblo. "Pasé una profunda crisis durante todo el año. Nos tuvimos que ir del pueblo". Ahora da clases en Castellón y las vacaciones las pasa trabajando en Cendrillas. Entre las columnas griegas se medio esconde una joven. "Es mi hija, que se gestó a la vez que la casa. Se llama Adelaida, aunque para que sea menos corriente y tenga resonancias más clásicas la llamamos Aida".

Antonio Jarque reconoce que "ya no puedo más ni física ni económicamente y me falta el empuje del principio; son 19 veranos trabajando solo. Seguro que Pericles y Fidias no picaron tanto como he picado yo". Ellos trabajaron durante 15 años, cuatro menos que los que ha empleado Jarque.

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