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El CAI Zaragoza perdió una buena oportunidad

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL El CAI no logrará liberarse del papel de niño gritón, pero impotente, que viene asumiendo durante los últimos años con actuaciones como la de ayer. No apuntilló a un Barcelona achacoso, con un potencia¡ reducido por ausencias y lesiones. De forma que todo sigue igual. Por lo menos, hasta que hoy se enfrenten los dos grandes en un partido que pondrá a prueba la hegemonía del equipo azulgrana, que en los dos últimos años ha ganado tanto la Liga como la Copa.

El CAI utilizó toda su rabia para intentar acabar con esa jerarquía. Su principal arma fue el norteamericano Turpin y una táctica con la que persiguió de forma obsesiva que bajo los tableros no se vieran otros brazos que los de sus jugadores. Durante 10 minutos todo se desarrolló conforme al deseo de su técnico, Ranko Zeravica: el maltrecho Waiters hizo que el Barcelona se sintiera casi ultrajado y a Andréu le salía casi todo redondo.

Pero el entramado se vino abajo en cuanto Aito García Reneses, el entrenador azulgrana, recompuso los marcajes y la formación de su equipo tras un tiempo muerto que coincidió con la máxima ventaja del CAI: 25-17. Waiters se fue al banco, Norris se encargó de Turpin, Solozábal y Epi intercambiaron el marcaje de sus pares, José Ángel Arcega y Wood; Jiménez pasó a ocupar una posición más cercana al tablero y Costa

realizó a la perfección el cambio de ritmo, faceta en la que García Reneses le ha convertido en un especialista.

La reacción fue instantánea: un parcial de 7-0. El partido volvió a igualarse. Y eso, que los jugadores del CAI corrieron como posesos para obtener ocho robos del balón, por sólo dos sus rivales, y que el Barcelona falló seis de siete triples.

García Reneses dio libertad a sus lebreles en el segundo tiempo y el CAI, agotado, empezó a desmoralizarse ante los cuatro triples consecutivos que encajó y los recursos, en definitiva, del Barcelona. El equipo de Zeravica asumió de nuevo ese papel de tercero 0 cuarto de España y el encuentro se decantó de forma rotunda pese a que Norrís cometió su cuarta personal en el minuto 22 y fue eliminado a cinco del final, cuando Jiménez y Solozábal también estaban con la soga al cuello y cuando volvió a la pista ese calvo llamado Waiters, que sólo logró cuatro puntos y un rebote defensivo.

Aun así, la ventaja del Barcelona fue creciendo paulatinamente hasta los 13 puntos, 68-55, y hasta convertir el partido en un puro trámite.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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