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El profesor Rudiger Dornbusch propone un descenso del dólar del 30%

WALTER OPPI / ANDREU MISSÉ La tasa de cambio del dólar deberá bajar un 30% en los próximos años si EEUU quiere mantener su nivel de competencia Internacional. Este mensaje que ayer lanzó Rudiger Dombusch, profesor de Economía Internacional del Massachusetts Institut of Technology (MIT) como medida para paliar los efectos negativos de los costes salariales, fue el que mayor interés despertó entre los asistentes a la XH Reunión Costa Brava, inaugurada ayer en Lloret de Mar por el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ante unos 300 empresarios y economistas.

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Dornbusch planteó con cierto énfasis los aspectos más desfavorables de la economía norteamericana. Así, destacó que la tecnología japonesa está por encima de los EEUU. En este sentido, el profesor subrayó que no debían entusiasmarse por la elevada tecnología norteamericana, ya que, en la práctica, estos avances industriales se aplican básicamente en Japón y en los países asiáticos del arco del Pacífico. Los cuatro dragones (Corea, Hong Kong, Taiwan y Singapur) cuentan con una mano de obra 10 veces más barata que la de EEUUDombusch recordó que la mitad de los estudiantes de las universidades norteamericanas proceden de Asia y que son los que obtienen mejores calificaciones El profesor del MIT destacó que los elevados precios de la mano de obra de los EE UU estaban reduciendo progresivamente su capacidad competitiva. Para hacer frente a esta situación propugnó la conveniencia de rebajar la tasa de cambio del dólar en un 30%. Precisé que ello no debía producirse necesariamente en los próximos 12 meses, pero que era un fenómeno que debía mate rializarse de forma irreversible En su opinión, esta rebaja del cambio de la divisa norteameri cana provocaría una afluencia de inversiones japonesas y europeas en EE UU.

Desde otra óptica más optimista, el experto norteamericano manifestó una cierta despreocupación por el déficit. Señaló que con el mero crecinúento vegetati vo de la población y el pleno em pleo se lograría el equilibrio pre supuestario sin necesidad de aumentar los impuestos, en un plazo máximo de cuatro o cinco años. Aunque reconoció que ello provocaría tensiones inflacionistas. Varios asistentes comentaron que las medidas propugna das por Dornbusch no implicaban una visión necesariamente pesimista de la economía norteamericana sino que más bien iban a dificultar las economías japonesa y, sobre todo, europea a través de una reducción de las exportaciones de estos países y una sensible pérdida del valor de los activos en bonos del tesoro norteamericano.

Empresas de dimensión

El consejero delegado de Fiat, Cesare Romiti, discrepó, no sin ironía, de las advertencias de Dombusch y subrayó que la economía norteamericana "tras unos años difíciles en los primeros ochenta, está recuperando competitividad, confirmando así la fuerza estructural. de su sistema industrial y su preeminencia en algunas tecnologías". No obstante, para Romiti es Japón el más poderoso rival de la economía europea, merced a la agresividad que mantiene respecto al resto del mundo, decepcionando así a quienes esperaban en el país asiatico una crisis a partir del fortalecimiento del yen.

Las empresas europeas, según Romiti, han de aprovechar el enorme volumen de su mercado y la renovación de sus estructuras industriales, emprendida a principios de la década actual. El consejero delegado de la poderosa firma de Turín considera que el empresariado europeo ha de presionar a la clase política para dimensionar las empresas continentales. "Nosotros estamos luchando para que el gobierno italiano, que está elaborando una ley antimonopolio, dimensione nuestras empresas a partir de parámetros europeos, y no sólo italianos. Las empresas europeas han de crecer en dimensión, y eso significa crecer por adquisiciones, por fusiones, por acuerdos de colaboración, por joint-ventures". Cesare Romiti hizo un llamamiento para "superar los obstáculos que la resistencia nacionalista pueda poner a los acuerdos intracomunitarios. Los países de la CE deben impedir que las inversiones de Japón y EE UU en Europa sean meras cabezas de puente para introducir productos fabricados fuera del continente".

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