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Venero: "Ya no me dicen que me van a matar"

La Audiencia Provincial de Santander inicia mañana, lunes, el juicio llamado de la mafia poficial, la presunta red de agentes corruptos que fue denunciada por el joyero santanderino y confidente Federico Venero. Cinco policías, entre ellos dos de los condenados por la desaparición del Nani, se sentarán en el banquillo junto a Venero y a un herrero cántabro para hacer frente a acusaciones por tenencia ¡lícita de armas, prevaricación y tráfico de drogas. El joyero ha declarado a este periódico en las vísperas del juicio.- "Ya no me dicen por teléfono que me van a matar, porque todo el mundo sabe que lo tengo controlado".

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Comienza el segundo acto

Venero, a quien la misma Audiencia condenó el pasado día 28 a cuatro meses de arresto por receptación (comprar objetos robados) de joyas, asegura que ahora te amenazan indirectamente, "la última vez, el jueves pasado". "Vino a verme un conocido", añade el antiguo confidente, "para revelarme que a un amigo suyo le habían ofrecido una cierta cantidad de dinero por eliminarme. No sé si ese aspirante a quitarme de enmedio pertenece al mundo de ellos o al mío. Porque ya no me fío de nadie...".El joyero, de 39 años, abre puntualmente su establecimiento comercial en el santanderino barrio de Puertochico a las 9.45 horas de la mañana. Más que el madrugan los dos policías de la escolta permanente que desde hace casi dos años le protege día y noche de posibles venganzas. Ello ha producido en Venero una sensación de seguridad personal que tiene por contrapartida una molesta alteración de su propia intimidad.

Venero se enfrenta en el juicio que mañana empieza a una petición fiscal de nueve años y un día de cárcel: seis años y un día por un delito de tenencia ¡lícita de armas y los otros tres años por tráfico de drogas. El joyero recalca su absoluta inocencia y asegura que todo lo hizo trabajando para la policía o presionado por los agentes que compartirán banquillo con él.

El fiscal jefe de la Audiencia santanderina, Lucio Valcárcel, le llamó "fabulador" durante el reciente juicio por receptación. "¿Fabulador yo, que he puesto en peligro mi vida revelándole al juez, no en provecho propio y sí de la sociedad, tantos delitos que necesitan ser juzgados?", replica Venero.

Talento para la joyería

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El joyero afirma que heredó de su padre su talento para ese oficio. "Y me hubiese hecho rico, honradamente, de no haberse cruzado en mi vida gentes que la han arruinado, porque yo sé muy bien que mi existencia ha quedado hipotecada para siempre después de las cosas que conté al juez y que aún podría todavía ampliar".

"Ahora, por fin, me sentaré ante la justicia que ha de juzgarme", asegura ahora confialo. "Creo que desde que todo comenzó, hace ya siete años, he sido suficientemente castigado. En realidad, estaba ya quemado por los delincuentes y había dejado de ser útil para los policías, quienes siempre temieron alguna complicación por mi culpa", agrega.

De los cinco agentes que a partir de mañana se sentarán con él en el banquillo, sólo el inspector Antonio Caro Fontanillo reside en Santander, concretamente en el paseo de Canalejas, a sólo 200 metros de la joyería de Federico Venero. "El otro día, en un bar de aquí al lado coincidimos, él con su mujer y yo con la mía; nos saludamos y aceptaron la invitación", recuerda Venero.

No alterna y se ha alejado de las tertulias, aunque cree que sus amigos de verdad no le han abandonado y los otros "no valía la pena retenerlos". De su chalé, en las proximidades de la capital santanderina, Venero va y viene a su comercio todos los días del año tras dejar o recoger en el colegio a sus tres hijas de 14, 10 y siete años. El joyero tiene muy claro que de no haber sido por sus hijas hace tiempo que hubiese huído al exranjero.Pocas horas antes de sentare en el banquillo considera que, en medio de todo, hasta hora ha tenido suerte. "Porque me hubieran podido enterar bajo un árbol y decir que había cruzado la frontera rumbo a Brasil".

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