El encanto de la leyenda
En 1972, cuando ya nadie hacía westerns, John Huston hizo uno. No un westem corriente y moliente. Un westem extravagante, humorístico, socarrón como su mismo autor y, como él, dinámico, vital y suavemente azotado por vientos románticos: El juez de la horca. Para que el espectador se oriente, habrá que recordar que su título original es The life and times of Judge Roy Bean: ese personaje real atravesado por el haz de la leyenda, en efecto, ese personaje que Walter Brennan inmortalizara en El forastero es el protagonista en torno a quien gira una sarta de escenas entre la violencia, el más puro disparate y la excentricidad, un personaje autonombrado juez en el salvaje Far West y sujeto a sus propias leyes.Al otro lado de la moral, la justicia y la decencia, Roy Bean es, pese a todo, un personaje que Huston parece querer o, cuando menos, un personaje a quien Huston comprende y redime. De ese personaje hace Paul Newman una valiosa interpretación, burlona y seca. Detrás de él, un reparto de campanillas, con casi todos los actores en apariciones especiales y cortísimas.
El juez de la horca recorre la vida de Bean a través de los años y poco a poco va dejando visible lo que realmente es: un western crepuscular y torrencialmente romántico que nos habla de una autenticidad que se va y de un progreso que llega: poco más o menos el mismo discurso sentimental que entonara un par de años antes Peckiripah en La balada de Cable Hogue. No es una obra maestra, pero posee esa emoción que sólo los clásicos saben transmitir en sus películas.
El juez de la horca se emite hoy a las 22.20 por TVE-1.
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