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LLEGAN LOS JUEGOS DE LA 24ª OLIMPIADA

Entusiasmo del público en el ensayo de la ceremonia inaugural

Más de 70.000 espectadores, capacidad máxima del estadio Olímpico de Seúl, asistieron ayer al último ensayo de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Verano de 1988. Familias enteras, como ya sucediera en las pruebas anteriores, desembolsaron fuertes cantidades de dinero para presenciar el último ensayo. Nadie disfrutó tanto como ellos, asistiendo al mejor espectáculo de folklore coreano, salpicado de una espectacular exhibición aérea y de paracaidistas.El espectáculo será el orgullo de los corcanos y causará sorpresa en todos los extranjeros, aunque será muy difícil de retransmitir por televisión. Por lo visto ayer, tanto en la pantalla gigante del estadio como en diversos monitores de televisión, no quedó suficientemente reflejada la vistosidad del festival.

La demostración, siempre earacterizada por la vistosidadidel vestuario de los participantes, de múltiples colores -amarillo, rojo y azul, fundamentalmente-, provocó la admiración de un público entregado, en el que centenares de niños de corta edad no cesaban de mostrar su sorpresa ante cualquier número.

Paracaidistas y aviones

Junto a la compos ción del tradicional We1come (Bienvenidos) por parte de los gimnastas, debería destacarse una sensacional exhibición de taekwondo, deporte rey en Corea del Sur. De pronto, cuando menos se lo espera el espectador y, por tanto, el televidente, aparecen cuatro cazas, al estilo de las "Flechas tricolores', que atraviesan el cielo del estadio pintándolo de colores y dibujando los aros olímpicos en el cielo. No contentos con eso, los organizadores han contratado para el evento a un grupo de paracaidistas coreanos y extranjeros -uno de ellos se estrelló fuera del estadio y pudo salvarse al abrirse su paracaidas de emergencia-, que bajan en espiral, uno tras otro.

Antes de terminar, y después de escenificar con cientos de bailarines una lucha de barcos o de dragones, los organizadores tuvieron la debilidad de hacer una concesión a la modernidad, conscientes de que en algunas partes del mundo encontrarían excesiva la preferencia mostrada en la ceremonia por su folklore. Así, acaban permitiendo que un grupo de rock y una cantante Popular intenten conectar con el público interpretando dos canciones pegadizas que, al menos ayer, no provocaron el entusiasmo del público, que había disfrutado con los bailes y ejercicios.

La ficticia aparición de los atletas y la llegada de la antorcha no deparó, al menos en este ensayo, sorpresa alguna. Hay quien dice que la escena del fuego olímpico puede deparar una sorpresa.

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