'Vente p'al pueblo'
Un agricultor de Teruel regala sus vacas y sus tierras a quien quiera establecerse en el municipio
Tomás Daudem está preparado para irse a una residencia de ancianos. Sólo espera a dejar en buenas manos sus 37 vacas, decenas de hectáreas de terreno y tres casas. Regalará todo a dos familias jóvenes, con ganas de criar, que quieran trabajar en Monteagudo del Castillo (Teruel), en donde nació hace 65 años Daudem tiene sobrinos y hermanos en el pueblo. Pero no se trata con ellos. Ni el pueblo con él.
"Ésta es la gitana Mariposa, aquélla la Estrella, y ésa la célebre Toneta". A las ocho de la mañana Tomás Daudem ya está pastoreando sus vacas por la dehesa. Vive en Monteagudo del Castillo, un pueblecito de Teruel con un centenar de vecinos.Daudem tiene salud, buenas propiedades y una pensión de 35.000 pesetas. Pero está soltero, no tiene hijos, y su pueblo pierde vecinos cada año. El fenómeno es normal en muchas poblaciones de Teruel, pero sólo a Daudem se le ha ocurrido dar su herencia a unos desconocidos, con la condición de que vivan en el pueblo.
Dos años atrás, Daudem escribió a la agencia matrimonial Géminis, en Valencia y Zaragoza. Desde entonces se cartea con una viuda, "pero ná". Este enero, con más años y menos amigos en el pueblo, Daudem ofreció sus propiedades a la Diputación de Aragón. Luego el ofrecimiento pasó a la Cruz Roja. Tampoco se interesó nadie por sus vacas. Así que hace unas semanas escribió al periódico El Día de Aragón. Sin resultado.
Tomás Daudem pone una condición a los interesados: "Las familias que vengan tienen que ser de Aragón, o de Asturias, que también me gustan. Y las tengo que ver antes de aceptar. Y luego vamos al notario de Teruel y yo me voy a la residencia; aunque si me dejan guardar las vacas, pues mejor".
Es difícil llegar a Monteagudo. Está rodeado de montañas peladas. Los cuervos descansan sobre las señales de tráfico hasta que les roza algún coche. El paisaje es maravilloso. Entre la paja amarilla y el pino verde destacan las casas de piedra.
En el único comercio de Monteagudo, Esmeralda y Roque sirven copas para los agricultores que madrugan. Un tractorista promete: "Aquí, si viene alguien, que sea honrado De toda3 formas no vendrán en cuanto conozcan a Tomás. Parece un ministro. Lo sabe todo, y si le llevas la contraria enseguida dice que te mata".
"Es buen chico. Tiene esas cosas, pero todo de palabra", interviene Roque. "Si le cogen de buena, no es ínalo", dice su mujer, Esmeralda. "Pero cuando se le levanta la sesera, ¡uf!, es un mataburros. No se deja gobernar por nadie".
Una bomba a los albañiles
Tomás era rojo en la guerra española, y del servicio secreto francés tras la guerra con Argelia. Dice que antes era comunista y ahora socialista, "pero a los albañiles, que no hacían la calle a su gusto, les quiso tirar una bomba". Esto pasó hace cuatro años. Uno de los albañiles era Mateo Izquierdo, que a sus 25 años es ahora el alcalde del pueblo: "A la fuerza, ojo; a la segunda ronda me tocó". Mateo trabaja a lo que salta. En el campo o en el pueblo. "Hacíamos una calle de cemento y nos dijo que la teníamos que hacer con rajas para no resbalar. Como no podía ser nos sacó un cuchillo, que se lo quitamos; se fue a casa y volvió con una granada. Más vale que se la quitainos". Unos artificieros de Zaragoza explotaron la granada. Tomás estuvo dos días en la cárcel.La tertulia del bar se anima. "No hay quien entre en su casa. Cuando tuvo el accidente del tractor entró su hermana y se encontró la habitación llena de huesos para los perros".
"No nos llevamos ni bien ni ínal", dice su hermana Sara. "No nos llevamos. Le veo hecho un desgraciado. No se deja cuidar. Es sangre mía, somos cristianos y hay que perdonar. Si no me quisiera a mí, vale; pero es que no quiere a ninguno de sus cuatro hermanos".
"Tomás es un personaje", corrobora el alcalde. "Yo le he pedido 7.000 pesetas por las tierras que tiene arrendadas desde hace 20 años. Como no ha pagado nunca, dice que por qué va a pagar ahora".
Las vacas de Tomás pastan en una dehesa cercana al monte de Saladar, un paraíso. Se ven huellas de trincheras de la guerra civil. "Me pilló con 13 años. Yo, con un carro, suministraba leña al Ejército rejo". Luego anduvo por Levante, y en 1944 los nacionales le llamaron para hacer más mili. Estuvo dos años.
Después de trabajar en las minas de Utrillas, en 1959 se fue a Francia. "Llegué a Toulouse y al primero que me encontré fue a un inspector español y luego a un fusilado que lo habían matado mal. Trabajé para los servicios franceses de inteligencia. No pagaban nada. Comía de mi trabajo de jardinero o de albañil en las obras que me mandaban los jefes".
En 1966 Tomás regresa a su pueblo. "Nadie de la familia quería llevar el campo. Si no estoy yo, esto desaparece. Por eso me llevo mal con el pueblo, porque no hay desarrollo. La gente no tiene empuje. El primero en traer maquinaria aquí fui yo. Si viene gente joven con ganas esto será el doble".
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