Salman ben Abdulaziz,al Saud,
hermano del rey Fahd de Arabia Saudí, gobernador de la capital, Riad, y heredero de la dinastía, se encuentra en Marbella pasando unos días de descanso en su residencia palaciega. El príncipe, que no prodiga sus salidas, no falta, en cambio, a la cita con la oración en la mezquita que precisamente mandó construir él mismo en 1981. El alto mandatario, considerado la segunda persona con más poder en su país, se mezcla sin prejuicios con el resto de los fieles musulmanes. Muchos de ellos son marroquíes de paso hacia su país que aparcan sus desvencijados vehículos junto a los Rolls Royce para cumplir con los preceptos coránicos. Salman saluda a sus compañeros en la fe y posteriormente invita a comer a quienes quieren acompañarle, materializando la proverbial hospitalidad árabe.
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