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Del rojo al negro

El INI reduce pérdidas y apuesta por convertirse en abanderado de la nueva industria española

Primero fue la productividad a ultranza como panacea contra las importaciones; después, al imperar el principio de subsidiariedad de la empresa pública, perdió su protagonismo, que recobró en la pasada década para pasar a convertirse en hospital de empresas en crisis. En los últimos cinco años, la reducción de pérdidas ha primado sobre cualquier otro postulado. Desde 1941 hasta hoy son varias las etapas que pueden establecerse en la historia del INI; todas ellas, perfectamente diferenciadas bajo un mismo denominador común: el Instituto ha sido y es el instrumento más poderoso que los sucesivos Gobiernos han venido utilizando para controlar la política industrial española. A partir de ahora, el INI quiere convertirse en el abanderado de la nueva empresa española que es preciso conformar ante el reto de la CE.

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Los historiadores establecen cuatro causas básicas en la creación del INI, que atienden a la necesidad de vigorizar la economía ante el retraso comparativo con el resto de países europeos, la incapacidad del sector priva do, el papel del Estado como protagonista del esfuerzo industrializador y los defectos del mercado financiero, pues no en vano el INI se constituyó también como una especie de banco industrial, que todavía hoy tiene vigencia dentro del lenguaje utilizado por los responsables de las empresas del instituto.Con estas premisas, Juan Antonio Suanzes puso en marcha el INI en 1941 como razón de Estado, lo que dio lugar durante la autarquía a un grupo de empresas desarrolladas al margen de la competencia internacional, cuyo principal cometido radicaba en satisfacer las necesidades del mercado interno. La productividad a cualquier precio, bajo el paraguas oficial, constituía la máxima para los gerentes de la empresa pública: "Dame una revolución industrial, que ya le pondré yo el arancel", es la frase bajo la que algunos investigadores de la empresa pública pretenden sintetizar los movimientos del INI en aquella época.

Recursos propios

Como contrapartida, Suanzes tuvo que soportar la tiranía del Ministerio de Hacienda, que obligó al INI a integrarse dentro de los Presupuestos del Estado Hasta finales de la década de los cincuenta, el INI se financió casi exclusivamente mediante recursos propios, lo que representaba una subordinación plena a las directrices de la Administración franquista. Cuando el fundador del INI trató de librar las ataduras de Hacienda provocó un fuerte debate con el entonces ministro Benjumea, que se saldó con el cese de Suanzes, en 1963 Un año antes, el Banco Mundial había llegado a solicitar el desmantelamiento del holding público ante las incertidumbres que su desarrollo había provocado en el conjunto de la economía española. Las recomendaciones fueron desatendidas.Desde entonces, y durante 25 años, el INI ha tenido otros 13 presidentes, incluyendo el recientemente nombrado Jordi Mercader. En todos los casos, el holding de la plaza del Marqués de Salamanca ha sido sujeto pasivo en el proceso de transformación industrial, primero como gestor de la crisis de los setenta, y más recientemente como líder de la reconversión industrial de los ochenta. En cualquier supuesto, el INI representa, a la vista de los estudios históricos que se han realizado al respecto, un paradigma de instrumentación política.

Todos estos análisis empíricos, que se han puesto de manifiesto en un reciente seminario sobre la empresa pública organizado en la universidad internacional Menéndez Pelayo, pueden servir para respaldar el devenir más reciente del holding público. Baste con señalar que los dos últimos ministros de Industria y Energía han llegado a este cargo desde la presidencia del INI. Los observadores más suspicaces aseguran que cuando el actual titular de la citada cartera ministerial, Claudio Aranzadi, fue reclamado por Felipe González para ser incorporado a tareas de gobierno, su primera intención fue disuadir al presidente. Aranzadi quería continuar en el INI y no se le ocurrió otra cosa que tratar de convencer a Felipe González de que su etapa al frente del instituto no había terminado. El presidente no entró en discusiones, sino que revolvió el argumento a la contra: "Precisamente, desde el Ministerio de Industria podrás culminarla mejor", vino a ser la respuesta que recibió Aranzadi.

El ministro no podrá, por tanto, descubrir ante la opinión pública el nuevo INI de los números negros, pero a cambio tiene la ocasión de dirigir desde una instancia más alta el nuevo papel que los responsables del instituto desean conferir a la empresa pública como motor del desarrollo de toda la empresa española.

Ajuste a discreción

Sin embargo, hasta llegar a este estado de situación, el INI ha tenido que llevar a cabo en los últimos cinco años un extraordinario proceso de ajuste a discreción, paulatino y silencioso, evitando en todo momento que el debate nacional sobre la empresa pública pudiera coartar la capacidad de una gestión orientada básicamente a la reducción de pérdidas. En este contexto, la privatización -desinversión en el argot de los propios gerentes del INI- ha constituido un medio más que un fin en sí mismo. A la postre, el régimen de adelgazamiento realizado por el instituto dentro de su grupo de empresas ha sido la causa fundamental que permitirá este año la presentación de una cuenta de resultados positivos en el conjunto del grupo público.La venta de Seat, Secoinsa, SKF o Textil Tarazona, además de la que se avecina en los casos de Maquinista Terrestre y Marítima y de Ateinsa, supone también la enajenación de una quinta parte de los 204.000 millones de pesetas de pérdidas registradas en 1983, año en el que los números rojos del INI tocaron techo. En todos esos casos se trataba de compañías que el instituto había ido adquiriendo al sector privado dentro del proceso de nacionalización de pérdidas al que se vio abocada la empresa pública durante la crisis y que tuvo en 1983 su capítulo postrero con la expropiación de Rumasa.

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