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Maratón aérea

Se llegó a un acuerdo. Ése era el objetivo de los representantes de los controladores en huelga y de la Administración cuando empezó la reunión. Era la una de la tarde. Trece horas y media después las cámaras de televisión filmaban al máximo representante de ambas partes al mismo lado de la mesa. Hasta esa hora, las 2.20 de la madrugada, Emilio Pérez Touriños y Juan María García Gil estuvieron sentados frente a frente.Emilio Pérez Tourífios, subsecretario de Transportes, era el máximo representante de la Administración. El viernes, por primera vez, se sentó a negociar con los controladores y su intención -declarada- era no levantarse de la mesa hasta alcanzar un acuerdo. Cuando lo consiguió ya era sábado.

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Juan María García Gil, presidente de la Asociación Sindical de Controladores Aéreos de Cataluña y máximo representante de los trabajadores, valoró muy positivamente la presencia de Touriños poco antes de entrar en la reunión. Parece que las relaciones con el anterior negociador, Manuel Mederos, director general de Aviación Civil, no eran muy cordiales.

Frentes paralelos

Las primeras horas de la negociación transcurrieron en dos frentes paralelos. La Administración jugó, hasta media tarde, una simultánea de ajedrez: en una sala le esperaban los controladores catalanes, en otra se reunieron dos representantes de la Asociación Nacional de Controladores (ACECA) y dos de UGT. Estas organizaciones también quisieron estar presentes. Después se fueron sin que nadie les viera.Los controladores catalanes no abandonaron la sala de la reunión en ningún momento. En dos ocasiones, alrededor de las 5.00 y las 8.30 de la tarde (después del Telediario), Pérez Touriños salió a comentar la marcha de la reunión.

Al principio todo era optimismo, que el cansancio fue minando con las horas. Ambas partes habían declarado su voluntad de finalizar el conflicto aunque los controladores catalanes no olvidaron apuntar que Ias huelgas se convocan para algo". Alrededor de las 10.00 de la noche, se supo que los controladores habían anulado su vuelo de regreso a Barcelona previsto para las 11.00. Las conversaciones iban para largo.

Trece horas dan para mucho. El menú, para los negociadores, fue muy europeo: sandwiches para comer y lo mismo para cenar. Fuera, en el vestíbulo, los medios hicieron turnos para casi todo.

A la 1.50 de la madrugada, Pérez Touriños salió, con prisa, hacia el teléfono. Ni una arruga en el traje..., y con la misma sonrisa con la que comenzó la negociación se escapó de los periodistas con un ,,esperen un segundo, por favor". Estaba acabando pero, en ese momento, nadie, en las escaleras que hicieron de sala de espera, estaba dispuesto a apostar por cuál podría ser ese final.

Desconvocaron a las 2.20. Quedaba esperar, claro, la ratificación de la asamblea. Para la foto final, los controladores y los representantes de la Administración posaron juntos.

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