Los cristianos libaneses tratan de evitar la elección de Frangié
Líbano parecía dirigirse, a medida que se acercaba ayer el momento de la elección presidencial, prevista para hoy, hacia un explosiva crisis, con los cristianos tratando de evitar a toda costa la elección del candidato maronita prosirio, Suleiman Franjié, de 76 años, que ya gobernó Líbano entre 1970 y 1976, y que ayer se aseguró el apoyo de los drusos, al anunciar su líder, Walid Jumblatt, la retirada del candidato del partido, Antoine Ashkar.Mientras, Samir Geagea, líder de la principal milicia cristiana, las Fuerzas Libanesas (FL), dijo ayer que si es elegido presidente Frangié, Líbano acabará siendo repartido.
Los cristianos, que tienen una mayoría de 41 a 35 entre los 76 supervivienes del Parlamento de 99 escaños, esperan que no se alcance el quórum -mayoría de dos tercios- y el presidente de la Cámara, Husein Huseini, acabe posponiendo la elección presidencial, fijando una nueva fecha para antes del 23 de septiembre, en que acaba el mandato del actual presidente, Amin Gemayel.
La cita electoral es hoy a las once. A esa hora, en Villa Mansur, sede del Parlamento libanés, los diputados han sido convocados para elegir al sucesor del presidente Gemayel.
Como ya viene siendo habitual, se desconocen no sólo la lista completa de candidatos, que pueden presentarse hasta el último segundo, sino también los programas de la mayoría de los que han hecho público su deseo de acceder a la jefatura del Estado. Más que la propia opinión de los parlamentarios, cuyos votos, según la tradición, tienen un precio, contarán las opiniones de Damasco y Washington. Tres nombres se repiten en todos los mentideros: el del ex presidente Suleiman Franjié; el del diputado Raymond Edde, que vive exiliado en París, y el del jefe del Ejército, general Michel Aun.
Los diputados fueron elegidos en 1972. Desde entonces, bajo el pretexto de la inseguridad ocasionada por la guerra, los libaneses han olvidado lo que es una urna. Las generaciones más jóvenes ni siquiera han tenido ocasión de disfrutar la que un día fue considerada como la única democracia del mundo árabe. Hastiados de bombas, milicianos y limitaciones, los muchachos y muchachas de este país destruido por sus propias contradicciones sólo piensan en emigrar, aunque sea a cambio de un matrimonio de conveniencia.
El pacto nacional, acuerdo extraconstitucional firmado en 1943 y que establecía el reparto del poder político entre las distintas comunidades religiosas del país, no es precisamente un modelo legal de democracia.
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