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Bienvenido 'monsieur' Maxwell

El magnate de la Prensa británica quiere convertirse en el gran patrón de la Prensa francesa

Lluís Bassets

La Prensa y la televisión francesas se preparan en septiembre para nuevos cambios. La nueva mayoría parlamentaria y el retorno de los socialistas al Gobierno han abierto expectativas de cambios importantes en los, dos canales públicos de televisión. La Prensa, por su parte, deberá espabilarse para mantenerse a flote después de la bendición del cielo que han significado para las ventas las elecciones de la pasada primavera. Precisamente la Prensa francesa es el objetivo actual del magnate británico de las comunicaciones Robert Maxwell.

El acontecimiento apenas perceptible en el marasmo veraniego son los movimientos del empresario británico Robert Maxwell para situarse de una vez por todas entre los grandes patronos de medios de comunicación franceses.Maxwell está ya bien situado en Francia, pero no tiene todavía ningún peso específico. Cuenta con una agencia de noticias, la Agencia Central de Prensa, que sirve a los periódicos de provincias y es accionista de la agencia gráfica y de televisión Sygma y de TCT Actualités, una productora agencia de reportajes televisivos. Tiene un 10% de la propiedad de la mayor cadena de televisión, TFI, y en los dos últimos meses ha comprado dos grandes empresas de artes gráficas. El empresario británico se ha estrellado una y otra vez cuando ha intentado hacerse con la propiedad de periódicos como Le Provençal de Marsella o el desaparecido Le Matin, y ahora se halla en tratos con Le Sport, que cerró y suspendió pagos a principios de este verano.

'The European'

Para dentro de unos meses Maxwell ha anunciado la aparición de The European, un diario en inglés, con redacción en París e impresión en Bruselas, y para 1990, la publicación en Francia de un diario de gran tirada, en formato tabloide y de precio y contenidos populares, que ha despertado la inquietud del número uno del papel de periódico francés, Robert Hersant, propietario del diario conservador Le Figaro y de la cadena de televisión La Cinq 8junto al italiano Silvio Berlusconi). Hersant, que pierde dinero a mansalva en la televisión y contempla con desesperación cómo se hunden las ventas del popular diario France-Soir, ha anunciado en respuesta a Robert Maxwell la publicación, también para 1990, de otro diario popular, a dos francos (40 pesetas), con la cabecera de París Star.

El popular y cáustico director de France-Soir, Philippe Bouvard, ha calificado todos estos proyectos de "diarios hablados", para indicar que no pasarán de meros proyectos destinados a arrugar a los mutuos adversarios. Más importante que el anuncio de un nuevo periódico, el gesto más notable de Maxwell es su intento de penetración en Havas, el mayor grupo de comunicación francés, privatizado en 1987.

Antes de las vacaciones, Maxwell recogió en bolsa hasta el 5% de las acciones de Havas e intentó, a través de una compleja contorsión financiera en asociación con la Société Générale de Belgique, el control de un 5% más. Con el 10% en el bolsillo Maxwell se hallaba en situación de requerir la benevolencia del Estado, que controla indirectamente casi el 15%. de Havas, para formar un nuevo núcleo de control y romper así el cerrojo impuesto por el anterior Gobierno conservador, que adjudicó la propiedad de la mayoría de bloqueo a empresarios reconocidos como amigos del ex primer ministro Jacques Chirac.

La maniobra ha quedado por el momento en el aire, y en el aire quedan también las posibilidades enormes que hubiera abierto el control de Havas para el grupo británico. Havas está presente en Canal Plus, en la Compañía Luxemburguesa de Televisión, en el enorme pool de empresas editoriales Groupe de la Cité, en el holding de publicidad Eurocom, en la Prensa regional, en la Prensa gratuita y en la agencia de carteles Avenir. Maxwell desea convertirse a la vez en uno de los grandes de la Prensa francesa y asegurar la jugada de la televisión europea.

Aunque su principal enemigo, en la escena británica y mundial, es el empresario australiano Rupert Murdoch, en Francia le interesa especialmente la rivalidad de Robert Hersant. Frente al propietario de Le Figaro y a su imagen de antimitterrandismo ácido y desencajado, Maxwell juega a fondo a la socialdemocracia para ofrecer su amistad al Gobierno francés. Ante las dudas de Francis Bouygués sobre la marcha de TF1, el primer canal de televisión, del que es el principal accionista, Maxwell se ha insinuado en varias ocasiones como alternativa, como ha hecho en julio con Havas.

Todo está pendiente, de hecho, de la política que emprenda el nuevo Gobierno francés a este respecto. El ministro de Economía, Pierre Bérégovoy, ha manifestado reiteradamente que desea romper el amiguismo empresarial creado por el Gobierno de Jacques Chirac. Pero es el entero panorama televisivo el que puede cambiar, en el caso de las cadenas privadas por cambios en la propiedad o en las empresas que los controlan, y en el caso de las cadenas públicas por la nueva política televisiva que deberán desarrollar los socialistas en los próximos meses.

El Gobierno ha anunciado ya el aumento del canon por cada aparato de televisión que contribuye a la financiación de las dos cadenas públicas, mientras se esperan cambios en las cúpulas directivas.

El principal canal público, Antenne 2, necesita dinero fresco para soportar la fuerte competencia de los canales privados, mientras que en FR3, el indefinido canal regional y cultural, todo está en crisis, desde una dirección especialmente beligerante con los socialistas y con Mitterrand hasta la propia organización y calidad de las emisiones.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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