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Los enfrentamientos en Rangún ponen a Birmania al borde de la guerra civil

Birmania vivió ayer una jornada de violencia e insurrección popular que situó al país al borde de la guerra civil, con manifestaciones masivas y enfrentamientos de la población contra el Ejército, el asalto de varias comisarías y la toma de armamento y munición por los manifestantes. La radio oficial informó ayer que seis policías habían sido asesinados -tres decapitados- en los enfrentamientos, los más virulentos de los registrados desde el pasado lunes.

Las manifestaciones, iniciadas en los últimos días y que desde el lunes cobraron una especial virulencia, tienen su origen en el rechazo frontal al nuevo hombre fuerte del país, el general Sein Lwin, que el pasado 26 de julio reemplazó en la jefatura del Estado al general Ne Win, que gobernó Birmania desde hace 26 años, conduciendo al país al aislamiento internacional y político y a la decadencia política, con un Gobierno autoritario, con sistema político en el que se mezclan postulados del budismo y de preceptos marxistas a la oriental.Los observadores creen que Sein Lwin no goza del mismo apoyo de su predecesor en el Ejército, integrado por 170.000 soldados. Desde el pasado lunes fuentes diplomáticas en Bangkok estiman en mas de 300 las personas muertas en los disturbios birmanos, mientras las fuentes oficiales sitúan la cifra en medio centenar.

Las masivas manifestaciones, iniciadas por los estudiantes, exigen el fin del sistema político birmano, el pluralismo político y la apertura internacional. Según medios diplomáticos, las medidas del Gobierno ofreciendo subidas salariales a los funcionarios y a los militares han pasado prácticamente inadvertidas.

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