_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Clementina'

Jerusalén es un rebaño de piedras arenosas, apacentado por pensativos cipreses. Se encrespa sobre las hondonadas, y es tan hermosa que a su alrededor podría sentarse el mar para tener una conversación pueril sobre el peso de las olas. Cortada a menudo como un queso por secuencias violentas, la ciudad vieja, entre murallas, alimenta el cotilleo de cristianos, armenios, judíos y musulmanes. Hay días en que la violencia resulta intolerable. Un machismo de metralletas y uniformes verdes, con gafas de sol de patente americana, penetra los caminos que recorrió Jesús y que tantos, desde Jesús, andan corriendo a tiros.Pero Jerusalén tiene algo más, algo sin lo que no viviría. Souvenirs. Sobre todo, este año. Por sólo 15 dólares, amado lector, puede usted conseguir la muñeca Clementina, un delicado elemento de suave paño conmemorativo que, para celebrar el 40º aniversario de la fundación del Estado de Israel, ha lanzado una entidad benéfica local que trabaja para los niños pobres israelíes, aquí llamados niños no privilegiados. En Israel no hay pobres.

Sin embargo, si es usted amante de las emociones fuertes, si quiere recuerdos de Israel hoy, puede elegir entre una amplia gama. La piedra, por supuesto. Lástima que la piedra es tan universal que carece de carácter y no queda, en la repisa, tan bien como las caracolas. Tenemos, asimismo, al alcance de la mano balas de caucho rellenas de acero, que disparadas a la distancia adecuada rompen el hígado y vacían los riñones. No faltan diversos tipos de gases venenosos que le dan al ambiente una especie de flou, muy adecuado para las fiestas.

Todo ello palidece ante el souvenir genuinamente palestino que más se lleva ahora. Una niña de nueve meses, llamada Huda, que mira el mundo desde la última página del periódico Al-Fajr con su único ojo vivo. Los soldados israelíes le quitaron el otro con una bala de caucho. Está en brazos de su madre. La madre sonríe. Tiene otros seis hijos, y a la niña aún le queda un ojo.

Welcome to Israel.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_