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PREOLÍMPICO DE BALONCESTO

Grecia salvó a España, ridiculizada por la URSS

Luis Gómez

La selección española empañó unajornada esperanzadora con una actuación ridícula ante la URRS, que supuso una diferencia final de 47 tantos. Una diferencia inexcusable, humillante, indigna, merecedora de una dura reprimenda, que no fue otra que regalarle a los jugadores varias horas libres. Fue una actuación que es consecuencia de los diversos males que afectan a la selección de un tiempo a esta parte: una pequeña sociedad donde cada cual busca un lugar bajo el sol, y no busca casi nada más.La inesperada alegría por la victoria griega pudo ser la causa inicial de que España afrontara el encuentro ante los soviéticos bajo una repentina pérdida de concentración. Ganar a la URSS no era necesario, pero la victoria significaba la clasificación automática. Era un momento adecuado para observar el dominio que Díaz Miguel tiene sobre la psicología de sus jugadores y, al contrario, el sentido profesional de los internacionales españoles ante una situación tan favorable como necesitada de una adecuada mentalidad colectiva. Y ayer fallaron todos, aunque Díaz Miguel montase un número ante el joven y diletante Ferrán Martínez, que pagó una costosa factura en público: pagó por sus culpas y por las de los demás; pagó hasta por los pecados de Díaz Miguel.

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La selección aguantó el partido durante 10 minutos, incluso con alguna posibilidad de presentar batalla (23-28) pero, repentinamente, dejó de jugar. Y en los 10 minutos restantes, la URSS estableció un vergonzoso parcial: 37-9, que llevó el tanteo hasta un increible 32-65, 33 tantos de diferencia. Hombres desconcentrados, totalmente ausentes del juego, un banquillo aburrido, un entrenador sorprendido, que recibía de su jugadores un trato humillante, era el decorado más lamentable que se recuerda de esta selección en el último preolínipico. Esta era ya una selección en la que Díaz Miguel había perdido el respeto de muchos de sus jugadores. Pero ayer los jugadores se perdieron el respeto a sí mismos.

Enorme diferencia

La enorme diferencia que señalaba el marcador sólo se redujo cuando los tres hombres del Joventut, Montero, Villacampa y Margall, consiguieron imponer cierto orden. Pero la situación llegó un poco tarde y además la URSS, al contrario que España, no perdió los papeles de su propia borrachera de canastas. Era un partido para haberlo jugado de otra forma, pero todos demostraron tener prisa por acabar cuanto antes, vaya con ello o no vaya la clasíficación para Seul.

Y, ahora, queda la última jornada, en la que el calendario favorece a España porque puede hacer sus cálculos ante lo que haya pasado antes. Si sucede lo más lógico (victoria de la URSS ante Italia y de Grecia ante la RFA) España pude perder con Yugoslavia. Puede perder honrosa o vergonzosamente. Puede perder por 10, 20 ó por 50, y puede hasta intentar ganar. Poco importará porque la clasifificación para Seúl estaría ya asegurada. Quizá es que aquí empiezan a importar pocas cosas.

Finalmente, Díaz Miguel, en novedosa decisión, posiblemente importada de las disciplinadas universidades americanas, decidió conceder tras una derrota como la de ayer varias horas libres a sus jugadores. Todo un nuevo estilo, a la vanguardia de Europa. Como otras tantas cosas. Por eso Díaz Miguel no tiene precio para los jugadores, porque hasta les negocia las primas más altas del deporte español por cinco semanas de trabajo. Y, además, ahora hasta tiene suerte, hasta parecer que un colega suyo le ha traspasado al flor en sálvase la parte.

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