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El legado de Freud

Parecía que todos cruzaban los inexplorados mares del ego y el inconsciente. Era elegante ser psicoanalizado, si podía conseguirse; y si no se podía, era igualmente elegante usar la jerga: está sublimada, es un represivo. El canon freudiano, una fuerza penetrante en la vida intelectual, había entrado en la cultura popular a mediados de los años cincuenta con el incremento de las películas de Hollywood que pintaban a los psicoanalistas como hacedores de milagros que fumaban en pipa. Pero el clásico psicoanálisis nunca llegó al público. Incluso en los días en que era relativamente barato, la necesidad de cuatro o cinco sesiones por semana lo convertía en un artículo de lujo. Freud inventó el inconsciente virtualmente o, por lo menos, la idea de un inconsciente dinámico. Afirmaba que lo que entra en nuestra mente sucede fuera de nuestro conocimiento. No hay accidentes, sentimientos y conducta, desde un chasquido de la lengua hasta los acontecimientos más importantes de la vida, como la elección de una esposa o una carrera, están determinados por influencias en la psique de las que somos inconscientes. Dentro del incoirisciente Freud encontró una crucial "rivalidad afectiva", la cual era metafóricamente reflejada en el mito de Edipo que asesinó a su padre y se casó con su madre sin saberlo. Alrededor de los cuatro años, todos nos convertimos en Edipo o en su equivalente femenino: no queremos más que ser amados por el progenitor del sexo opuesto., 2 de julio

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