El descubrimiento de Axel Corti
Los tres últimos programas del espacio televisivo Cineclub han dado a conocer al público español la existencia de uno de los más respetados cineastas del cine europeo actual, el austriaco Axel Corti.
Su Trilogía de Viena, formada por Dios ya no cree en nosotros, Santa Fe, y Bienvenidos a Viena, es un perfecto ejercicio de reflexión histórica, donde en un viaje de ¡da y vuelta nos presenta los avatares y peripecias de unos protagonistas anónimos en la historia que con la llegada del nazismo abandonaron Austria, y, tras el paréntesis francés y la escala en la deseada América, regresaron a Viena enrolados en el Ejército estadounidense.
El realizador objeto del interés del espacio televisivo trató en espléndido blanco y negro la epopeya colectiva planteada, como si fuera un documental de ficción, y consiguió evitar recrearse en las debilidades de sus personajes, a los que otorga afecto y comprensión.
Valía contrastada
La valía contrastada y el buen pulso fílmico del realizador austriaco, nacido en París en 1933, ya se ejemplificó en el ciclo que el pasado mes de enero le dedicó la Filmoteca Española, y también hace dos años al presentarse en la sección oficial del Festival de San Sebastián
Bienvenidos a Viena.
A pesar de ello, Corti no despertó el interés de nuestros exhibidores cinematográficos, que no andan precisamente sobrados de originalidad y calidad en los productos que alimentan sus pantallas, y que cuando programan cine europeo -el que ocupa cuota de pantalla- no suelen ser muy afortunados en la elección.
Por ello, la ocurrencia de Televisión Española de descubrir al público la existencia del citado director es doblemente válida.
El hoy aplaudido realizador, gracias a Cine club, que trabajó en radio, teatro y televisión antes de pasarse al medio fílmico, se declara preocupado y curioso por las motivaciones del ser humano, como demuestra en la citada trilogía, y manifiesta su reconocimiento a su colaborador el guionista Georg Toller, quien ha vertido en estos tres largometrajes parte de sus experiencias vividas.
La feliz asociación entre Corti y Toller ha conseguido dotar de un nuevo matiz fílmico el acostumbrado éxodo colectivo al que los judíos se vieron obligados por el nazismo, que bajo su tratamiento, olvidándose de falsos maniqueísmos, plantea con valentía el problema del regreso cuando deciden quedarse en su patria.
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