El control de los buques nucleares

Desde que en 1986 el primer ministro, el laborista David Lange, hizo aprobar en el Parlamento la ley titulada Nueva Zelanda, zona desnuclearizada, desarme y control de armamentos, este país ha acaparado la atención de políticos y estudiosos de política internacional como máximo representante de lo que ya se ha dado en llamar "la doctrina neozelandesa". Esta doctrina, tan citada -para repudiarla- por los gobernantes españoles, prevé que "la facultad de autorizar la entrada de buques extranjeros corresponde al primer ministro, quien sólo la concederá si se le da la seguridad de que no transportan ingenios explosivos nucleares". España, país oficialmente desnuclearizado, renuncia a tal inspección de buques, concediéndoseles, a priori el derecho de escala.Se trata de dos tesis contrapuestas que, sin duda, serán ampliamente analizadas y debatidas en las conversaciones que el ministro de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, inicia hoy con su colega Rusell Marshall en Wellington. Estados Unidos, que consideró roto, a raíz de la política seguida por Lange -quien, en parte gracias a ella, vio revalidado su triunfo electoral en 1987-, el pacto Anzus, suscrito en 1951 entre Australia, Nueva Zelanda y Norteamérica, se muestra aparentemente muy interesado en el desarrollo de estas conversaciones. Máxime, admiten autoridades diplomáticas españolas, cuando se negocia el convenio hispano-norteamericano.