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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Generación perdida

En Mayo del 68 yo cumplía cinco años. Aunque bien podría decir que era mi primer cumpleaños, ya que una intervención quirúrgica, unos meses atrás, negligente, hacía que ese Mayo del 68 fuera de convalecencia, después de una operación a vida o muerte.Ese mismo mes comencé continué en el colegio. Mi vida se reducía a ir de casa al hospital y al colegio, a ese amado y odiado colegio de monjas donde media España era educada.

En casa, Mayo del 68 fue un mes más de penalidades económicas; lo único que importaba era mantener / sobrevivir con seis hijos y otro en camino, en una España agonizante. Bueno, sí, mi madre recuerda que Mayo del 68 tuvo alguna reseña en algún noticiario o periódico. "Los jóvenes franceses se rebelan", me comenta con desgana.

Pasaron los años, fuimos creciendo en esa sociedad sin problemas. Vivíamos ajenos a todo lo que ocurría en España y fuera de ella. Finalmente llegué al instituto. Diecisiete años. Segundo de BUP. 1979. Un personaje muy importante entra en mi vida: Emilio, profesor de lengua inglesa. Sus clases transcurrían en contarnos la vida americana de EE UU, en traducir canciones de Dylan, Joplin, Beatles o de los Stones. Conocimos a Luther King. Tarareábamos We shall overcome, The answer my friend...

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Detrás de todo esto apareció Mayo del 68, el mundo se abría ante nuestros ojos, y fue aquí donde intenté cambiar de rumbo. Deseaba conocer la filosofía de esos jóvenes, las esperanzas que llenaban Mayo del 68. Emilio nos llevó a ver Hair. Ahí conocí la guerra de Vietnam. Él nos hablaba de tolerancia, de pluralidad, de honestidad a los principios. Él y su vida eran los supervivientes a un Mayo del 68. Su gorra, su barba, sus zapatos de cuero marrón, sus vaqueros, sus 40 años de vida, eran el reflejo de ese espíritu de 1968.

En 1988, con 25 años, pienso en mi generación, en los que como yo soñábamos con el deseo de haber vivido el Mayo del 68. Pero nuestra añoranza sólo se reflejó en la vestimenta, o en la lectura de libros mediatizados por los jóvenes de aquel año.

Tengo que reconocer que tras ese aspecto físico (hippies de los ochenta) que quería recuperar a 1968 no hay nada. ¿A qué podemos asirnos? Es difícil vivir algo que no ha vivido en uno mismo, y más si hay que mantenerlo décadas. Mi generación exige una respuesta. Somos una generación que vagabundea por el mundo sin nada a que agarrarse, no tenemos identidad. ¿Dónde está la huella de 1968? Intento verla en mis amigos, en mí misma, pero sólo hallo desencanto, superficialidad.

¿Dónde estáis, dónde está Mayo del 68, dónde está mi profesor de inglés? Yo y los de mi generación queremos una respuesta.-

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